8 de septiembre de 1990.
“La historia no trata
solo de lo
que cambia, sino también de
lo que
permanece constante”
Pierre Vilar
P
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revio a la XIV Asamblea Nacional del PRI, se dieron varios foros
nacionales e internacionales sobre el sector agropecuario y sobre el tema de la
"no venta y no renta de los derechos agrarios"; en la mayoría de los
foros se comentó, se analizó, se cuestionó lo críptico de los términos de la
tenencia de la tierra y se enunciaron ventajas, así como los múltiples
perjuicios que de ella se desprenden, como puede ser entre muchos otros: la
evidente pobreza del medio rural mexicano y la dependencia alimentaria de un
país que necesita generar excedentes en forma competitiva.
Sin embargo, a estos foros plurales y democráticos parece que no
fueron el senador Maximiliano Silerio Esparza y el líder Rafael Rodríguez
Barrera, para quienes "la discusión ya se acabó" y además "se
condiciona la adhesión de la CNC al PRI, al mantenimiento de la tenencia de los
derechos agrarios en la situación actual, también "se amenazó la
tranquilidad del país si se toca esta forma de tenencia de la tierra..."
Ante esta situación hay que manifestar en forma legítima:
adhesión, oposición o bien disidencia, pués éste asunto no afecta nada más a los 3
millones de ejidatarios y sus familias, sino también a "las mayorías"
de todo el sistema político, económico y social de México, con sus más de 80
millones de habitantes, así como a casi todos los propósitos de la
modernización, por lo que si no se recompone, se flexibiliza y se actualiza la
tenencia de la tierra, seguramente se continuará agravando la economía no sólo
de los campesinos y sus familias, sino también del conjunto de la sociedad, con
la cual se amenaza igualmente la tranquilidad del país.
Hay que aclarar y añadir que el reparto de tierra, de alrededor de
100 millones de hectáreas a esta fecha, más que reparto de tierras ha
representado "repartimiento de hombres", muy parecido al
"esclavismo generalizado" del modo de producción precolombino de tipo
oriental propio del trópico húmedo.
Los "Derechos Agrarios" con algunas raices latinas e hispanas (exodus, a las afueras=ejido), y en un modo de producción precapitalista entre los antiguos mexicanos, hoy en día representa el ancla más grande para la modernización del país, de los problemas
que se han planteado superar, así como de los objetivos que se pretenden
alcanzar.
No señores, la discusión no se puede acabar, las discusiones de
este tipo no se acaban, se superan; la historia no se cancela, "pese a la
dominación , la lucha continúa", superar este problema hoy en día, se debe
considerar como la necesidad de un sistema que requiere modernizarse para
sobrevivir; no exactamente por que sea un buen propósito.
No vender y no poder rentar legalmente la tierra significa la
mayor restricción a la modernización y al mismo tiempo, el soporte fundamental
de todos los subsidios del sistema; cómo acabar con los subsidios en estas
condiciones, si este asunto condiciona los restantes en términos políticos, que
no económicos ni sociales, ya que no se busca realmente hacer eficiente el
destino de los subsidios, tan sólo ritualizar la vigencia de un cierto tipo de
Estado...
Al poseedor de la tierra, en estos términos, se le genera una
mentalidad de subdesarrollo, incapaz para el proceso de acumulación de capital en una economía de
mercado. Jurídicamente se traduce en la "legalización de la
irresponsabilidad", del que detenta derechos agrarios frente a terceros,
por lo que se necesitan situaciones de excepción para que deje de estar bajo la
tutela de la ley.
Tiene mucha razón el Presidente de la República Carlos Salinas de
Gortari, al recriminar en el seno del partido "la falta de vigor para
ubicarse y mantenerse en la vanguardia de la modernidad". El Presidente Salinas,
al ir adelante del partido, refrenda y trasciende su vocación "revolucionaria".
No creo que flexibilizar la no venta y no renta de los derechos
agrarios, o bien hacer legitimos propietarios de la tierra a los ejidatarios, rebase las posibilidades o linderos del cambio, poniendo en peligro
las instituciones de la República y menos la soberanía de la nación, pués
existen muchísimas naciones soberanas, desarrolladas y democráticas que no
dependen de ello.
Los apoyos, a los que menos tienen, no dependen de la permanencia
del artículo 52 de la Ley Federal de Reforma Agraria o bien de las fracciones
VIII a X del artículo 27 constitucional. Todo Estado tiene, hoy en día, esa
responsabilidad.
¿Qué es lo que realmente queremos hacer: deshacernos de
anacronismos y de obsolescencias (Colosio, XIV asamblea), o mantener en el
poder los anacronismos y las obsolescencias? En fin, disiento simplemente, de
que esta discusión se haya agotado o cancelado y creo que, en todo caso, se
amenaza la tranquilidad del país si no se descentraliza esta tenencia del
Estado y se recompone el minifundio para hacerlo rentable a traves del mercado, haciendo propietarios a los ejidataruios.
El problema, es como hacerlo: por medio del mercado o por medio de
un aparato gubernamental proclive a creer. Esta claro que hoy es una clase política y la burocracia ejidal, parasitaria, quienes frenan el derecho del ejidatario a ser propietario de su tierra como de su destino.