Borremos el pasado, cambiemos la historia, repudiemos lo que somos. Neguemos al extranjero "converso" de Colón y al judío-moro de Cortés, olvidemos que miles de indígenas: totonacos, texcocanos que apoyaron junto con huejotzingas, tlaxcaltecas, cholultecas, chalcas, tlalmanalcas y pueblos oprimidos que apoyaron con abastos, como Coatlinchan, Chalco, Amecameca, Tlalmanalco, Ozumba y Mixquic, quienes se aliaron a no mas de 800 españoles, para el sitio del islote del altepétl de Tenochtitlan; se calcula que representó 1% de españoles del enorme contingente que comandaba Cortés contra la tiranía del odiado despotismo tributario de la ciudad-estado México-Tenochtitlán, así como el apoyo solidario de los hññañu del actual estado de Hidalgo como los otomis que huyeron al desierto para no ser esclavisados por los guerreros llegados al altiplano, por lo que apoyaron jubilosos la caida tenochca y comenzó con ello la fusión y construcción del Estado mestizo que fue el llamado Anahuac precolombino, "Indias Occidentales" por Colón, Nueva España con Hernán Cortés, después Imperio Méxicano Independiente con Iturbide, Republica Mexicana con la Constitución del 57 y hoy con la influencia cuasi bíblica del etnólogo Andrés Molina Enriquez, el México centenario de la Constitución de 1917, país resultado de la caída de los casi 200 años de tradición despótico tributaria mexica y dos dinastias: la de Acamapichtli y la de Motecuhzoma, 91 años desde la caida de Atzcapotzalco con Itzcóatl y Tlacaelel (1430-1521) y la fusión de 300 años de la Nueva España, con dos casas dinasticas: la de los Habsburgo y Borbones, es nuestro antecedente en 2021, de construcción material y espiritual + 200 de vida independiente = 700 años, no son nada para los "10,000 años de antigüedad de México" que dice el demagogo ignorante, retro conservador, "retro populista" y surrealista contracultural de Aristóteles de AMLO como Presidente de México.
Que desaparezca España y lo español de nuestra memoria, erradiquemos todo lo que huela a España y con ello la mitad, hoy multirracial de nuestro mestizaje incluyendo la lengua mexicana, hibrido del castellano y el náhuatl.
Si tanto se odia a Cortés y repudian el sitio, caída y toma de Tenochtitlan, mal llamada conquista y todo lo extranjero sean congruentes:
No vuelvas a escuchar un mariachi ni a cantar rancheras. Dile adiós a los boleros, los sones y los huapangos, al pasito duranguense, a la redova y a las bandas gruperas de Árido América. Que no vuelva a sonar ningún instrumento de cuerdas ni de alientos llegado de Europa.
No vuelvas a tomar tequila o mezcal, licores o ron, elaborados con el nefasto proceso de destilación que trajeron los españoles.
Di Adiós al mole creado en los conventos franciscanos novo hispanos de Puebla y dominicos de Oaxaca. Derribemos todos los conventos y monasterios de Mesoamérica y misiones jesuitas de árido América, junto con las murallas de defensa en Campeche y Acapulco en contra los piratas holandeses, franceses e ingleses que esos odiados gachupines neo romanos nos dejaron.
Detonen todas las catedrales y misiones de sus abominables Santos y Christos que no exigen sacrificio humano o canibalismo ritual, cerremos para siempre todos los pueblos mágicos que se crearon en el virreinato de la Nueva Esapaña, el más próspero del siglo XVIII, qué pasó de alrededor de 400,000 km2 de la dominación del altétetl de México-Tenochtitlán a 5 millones de km2 cuadrados de la Nueva España, frontera con Rusia por Canadá y con China por filipinas.
Que se cancele de una buena vez y para siempre la Guelaguetza, como la danza regional mexicana, llena de bailes de cuadrilla, trajes y enaguas virreinales tan amadas y utilizadas por las mujeres indígenas de todo México, qué ya no retumbe más la Bamba por ningún lado.
Que quede abolido el pan y las galletas, ese alimento diabólico que sube de peso junto con la paella y las pastas que elevan el azucar, todo ello llego de Europa y con él se vaya la nata, la crema, la leche y los quesos europeos. Que nunca un mexicano vuelva a comer alimentos imperialistas del mercantilismo español; Adiós al deli taco al pastor, las espantosas carnitas como la cochinita pibil; nunca más un néctar de esas jugosas y aromáticas naranjas que llegaron en la Nao de China, al igual que los abominables mangos de Manila, herederos de la Nueva España. Nunca más un queso Oaxaca en nuestro soberano y orgulloso territorio.
Declaremos la abolición del deporte nacional, la charrería, porque no existiría sin la huella de España en América.
De hecho, saquemos del pacto federal a todos los estados del Bajío del país, tan llenos de charros, de caballos, de tequila, de vino, de diversos licores de ganado, en general de iglesias, conventos y haciendas. Expulsemos todo lo que apeste a España.
Nunca más una copla ni un son, que no vuelva a sonar Agustín Lara, José Alfredo Jiménez, Cuco Sánchez, que nunca más se baile el Jarabe Tapatío, nunca más un día del niño con Cri Cri.
Que no se mencione ni utilice el mexicanismo “Chingoles” ya que no obedece a la tradición de las raíces etimológicas náhuatl, purepecha, maya, huichol, tampoco castellana, sino que viene de la voz "singa" del bantú africano, ingresado por la “costa chica” nombrada así, sabemos, por Lucas Alamán.
A re-aprender la forma de contar, pues el sistema métrico decimal y Romano son una imposición imperialista castellana, volvamos a nuestra base vigesimal y binario de 20, dejemos el calendario conquistador gregoriano que usamos.
Se acaba para siempre la Navidad, nada de poner nacimientos, romper piñatas, comer bacalao noruego, romeros con mole; corramos para siempre a los Reyes Magos; nunca más un pan de muerto o una rosca; y desde luego, nada de descansar en Semana Santa.
Quede abolida para siempre la religión católica, junto a cualquier otra tradición monoteista judeo-cristina y desde luego, expulsemos para siempre el peor símbolo de la conquista e icono fundacional de Nueva España: la virgencita mesti morena de Guadalupe que se sincretizó con el sol que tiene a su espalda, como con una luna en cuarto creciente en color tenebrino (por ser un símbolo precolombino) que representa a Tonantzin a sus pies, advocación de Cuatlicue, madre de todos los dioses del panteón mexica; ella reina también sobre el poder terrenal, representado por el angelito a sus piés, de alas tricolores como las del pájaro tzinitzcan, que en el relato, provocó con su trino serlvático voltear a Juan Diego de cuahutitlán y ver el portento.
Que nunca más sea leída Sor Juana, engendro virreinal, y que con ella se marchen todos los imperialistas que escribieron y pensaron en la lengua de Castilla. Que se quemen los libros de Fernando de Alba Ixtlixochitl, el bachiller Sánchez, Alejandro de Humboldt, de Lucas Alamán, Mariano Otero, José María Luis Mora, Andrés Molina Enríquez, Alfonso Reyes, Ángel María Garibay Kintana, Daniel Cosío Villegas, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Jesús Reyes Heroles y todo protagonista liberal post revolución francesa, como pudieron ser Vicente Guerrero ícono novohispano de la clase media o Miguel Lerdo de Tejada, impulsor de las Leyes de Reforma y del liberalismo mexicano, que hayan dado vida a esas nefastas tradiciones; que se quemen de hecho todos los libros escritos en el infamante idioma de Castilla, heredero de las mejores tradiciones griegas, sefaradies, romanas, árabes, godas, españolas, austriacas y borbonas.
Que el Espíritu deje de hablar por nuestra raza mestiza, que se cierre la universidad y el Colegio de México, que se vayan todos los hijos del exilio en la Guerra Civil española que nada más "vinieron a complicarnos más la vida".
Que España sea borrada de México y que nadie mas se exprese en su lengua castellana.
Impongamos el náhuatl en 130 millones de mexicanos malinchistas. Que se dinamite el Palacio Nacional, construido por Cortés, sede de virreyes, hoy del cental barbado AMLO, que se destruya la catedral cuya primera piedra puso Cortés, que caigan todos los templos y misiones, que se destruya todo lo que sea barroco o neo clásico, que sea eliminado el Estado de Puebla, Guanajuato, Zacatecas y el de Oaxaca, que separemos a todos los mayas centales por ser “extranjeros” y a las etnias del 60% del territorio árido Americano de México, aunque sea al costo de reducir 75% al país, a sólo una cuarta parte.
Que no haya nunca más una fiesta a Santos Patronos, y que Jesús Christo sea borrado de la memoria nacional, que se acaben los bailes en Chalma y nos olvidemos para siempre de la Basílica como de las peregrinaciones de agradecimiento y propiciatorias.
Que se le saque el corazón a todo aquel que vuelva a pronunciarse en castellano.
Que no quede huella del paso de España por estas tierras.
Destruyamos de una buena vez y para siempre todo fruto hermoso que hayan dejado en Nueva España, Méjico y México los españoles neo romanos, nor africanos, mestizos, franceses, ingleses, japoneses, alemanes, chinos y libaneses que han dejado huella en América en su paso por el actual MÉXICO.
Que se vaya de este suelo todo aquel que no sea cien por ciento indígena nahuatl, que sea eliminado todo aquel con ancestros Castellanos, aragonés, vasco, catalán, leonés, gallego, valenciano, asturiano, andaluz, canario o mallorquino. Borren a España y destruyan a México, vuelvan al áltépetl de la ciudad Estado de Tenochtitlán que llegó a dominar con el suavecito despotismo tributario la cuarta parte del actual México.
Finalmente; creemos que en el México del siglo XXI, se debe promover impartir en preparatoria, el estudio ad vitam de las etimologías griegas, latinas, mayas, como del náhuatl, si realmente quiere ser culturalmente un gran país y una nación culta como la que se desea y se presume ser.
Que viva México.
Juan Miguel Zunzunegui*
Con edición de JAOR.
Anexo:
La Lengua Mexicana, romance de la lengua castellana.
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