Excésior, Financiera, 20 de febrero de 1995.
Primera de dos partes
En este momento una de las preguntas más recurrentes que podemos oír puede ser: "como vamos a retomar nuestro crecimiento", teniendo enfrente esta nueva crisis general del sistema monetario, llamado por algunos, el “error de diciembre” y que como hemos visto ha sido largamente gestado, después de poco mas de 30 años.
Sin duda, a partir del llamado "Boom Petrolero" entre 1979 y 1982, que determinó la crisis de liquidez más grande y reciente presentada por los países desarrollados, desde la gran depresión de 1929-1933, caracterizada por la elevación de las tasas de interés, a nivel internacional a los más altos niveles de la historia reciente, en México, hemos presenciado una revitalización de la discusión del desarrollo y del crecimiento a partir de la crítica desde la izquierda y de la derecha, al nuevo liberalismo económico conocido como "neoliberalismo".
Por lo anterior, creemos necesario tomar una posición frente a esta discusión, a fin de ponderar esta y otras expresiones muy en boga en el mundo y en nuestro país como puedan ser no sólo el "neoliberalismo", sino también, el "neo keynesianismo, el neo-socialismo o el neo-populismo o protosocialismo de gran gusto en Mesoamérica o bien la visión neo-imperial, de que nos hablara Samuel P. Huntington de la U. de Chicago en su ensayo del verano de 1993, intitulado el "Choque de las Civilizaciones", como reacción a la caída del bloque socialista y el muro de Berlín, frente a los conflictos interétnicos e interculturales que se presentan en estos últimos años, como el de Bosnia- Herzegobina, Chechenia-Rusia o bien el de Chiapas-México, conflictos contextualizados en la regresión del poder, a la caída del Social Imperialismo de la URSS, regresión del poder solo comparable con la del siglo V, a la caída del Imperio Romano de Occidente y el surgimiento de las luchas tribales y el feudalismo en la temprana edad media.
ANTECEDENTES:
El padre del liberalismo económico fue Adam Smith, economista inglés, quien en 1776, publicara su obra fundamental "Sobre el Origen y Naturaleza de la Riqueza de las Naciones". A Adam Smith le tocó estudiar el mercantilismo, lo cual hizo desde su escritorio, en alguna aduana del Reino Unido; detectó, como los precios de los metales subieron a partir del descubrimiento de América hasta 1668, como lo han observado entre otros Earl J. Hamilton, Fernand Braudel, Pierre Chaunú y Pierre Vilar, sin embargo, dichos precios descendieron entre 1668 y 1750 como resultado de la sobreoferta del ciclo minero de Brasil, Potosí, en la actual Bolivia y la entonces Nueva España, con la fiebre de oro californiano.
Poco más tarde, tocó a Carlos Marx publicar entre 1844, sus primeros escritos hasta 1883, fecha en que murió, en el cual reveló que las relaciones económicas en el modo de producción capitalista observaban un crecimiento desproporcional entre las utilidades y los costos o bien entre la productividad del capital y las remuneraciones a los trabajadores; además, criticó en Der Grundrisse (1858), el "equilibrio automático" que planteaba la teoría de la oferta y la demanda planteada por Adam Smith, y pronosticó la "crisis general del modo de producción capitalista", cuando en realidad lo único razonablemente previsible, desde la actual perspectiva histórica, debía de haber sido, como lo fue, la crisis general del liberalismo económico, como idea dominante de gobierno y de la realidad económica, ocurrida en forma señalada entre 1929 y 1933, con la gran depresión.
En 1936, y como resultado de la llamada "gran depresión", John Maynard Keynes publicó la Teoría General de la Moneda, el Interés y el Empleo, que sirviera de base a esa generación en el "mundo capitalista", para salvar una crisis de sobreproducción por subconsumo y subempleo, en medio de una "guerra arancelaria", que reflejó la primera reacción de defensa de los nacionalismos afectados por la crisis, antes de la segunda guerra mundial, en que se desató un conflicto abierto, que hoy se continúa por los mercados, como antes lo fuera por las mujeres, después por las tierras y más recientemente por los "mares territoriales".
Diría Gastón Bothoul, “si quieres ver a los alemanes contentos, míralos preparando una guerra”, se dará pleno empleo, sinergia, innovaciones, crecimiento económico, proyecto, líder, deporte, vigor y belleza, expansión y botín, no el espanto inercial del aburrimiento de la molicie citadina en una depresión.
En la primera gran crisis de la guerra fría entre el "bloque capitalista y el socialista" de los años de 1957 y 1963, los estudios monetarios fueron copiosos y surgieron nuestros grandes "monetaristas" como Milton Friedman, Robert Triffin, Herbert G. Grubel de la corriente U.S.A., así como el gran afluente de los "estructuralistas" franceses y la Escuela de los Anales que surgiese desde los años 30.
En 1973, se dio una nueva crisis de liquidez en el mundo, en ese año sucedieron muchas, muchas cosas, que todos los que vivimos por esos años podremos recordar fácilmente, nos toca hoy interpretarlos a la luz de los problemas y cambios contemporáneos; enlistaremos algunos de los acontecimientos para acotar esta experiencia, porque nos parece fundamental:
Primeramente habría que observar que la inflación pasó entre 1972 y 1973, tanto en México como en EE.UU. de 5.5% a 21.30% y de 3.40% a 8.70% respectivamente. Por su parte la tasa de interés PRIME y LIBOR, prácticamente se duplican al pasar de 4.30% a 8.06% y de 4.99% a 9.53% respectivamente, sin embargo, el costo porcentual promedio (CPP) en México, apenas reacciona subiendo un punto, al pasar de 8.50% al 9.50% "El que nada debe, nada teme"... No tener temor de Dios es malo, pero no reaccionar cuando suben los intereses es más malo.
A principios de 1973, Nicolai Breshnev en su calidad de Presidente de la URSS, viajó a los Estados Unidos, aprovechando el "open house" o "barata", que se le ofrecía en los EE.UU. con motivo de la política de "subvaluación" del dólar con respecto al rublo, con lo cual se inauguraban las relaciones comerciales entre "la economía de mercado y la centralmente planificada", mediante la cual Estados Unidos supo salir de grandes stoks de productos acumulados por su vigorosa clase media. El dólar, se había vuelto "inconvertible" al oro, como reacción al gran volumen de reservas de que disponían los Estados Unidos, que hacía inoperante el viejo patrón oro, también empujó el abandono de este patrón de paridades fijas, la política "mercantilista y liberal" del General Charles de Gaulle impulsada desde el verano del 68. Las reacciones en América Latina, al aumento de las tasas de interés y a la incertidumbre del momento fueron entre otras, la crisis de pagos en México y el golpe de estado en Chile y más tarde de Argentina. Igualmente en 1973, se extendió el nuevo sistema de "flotación monetaria", inaugurado en 1971, por el dólar estadounidense, hacia la "serpiente monetaria europea", sistema de paridades flotantes, al cual más tarde, de manera tímida, llegaría México, con la memorable devaluación en agosto de 1976.
En 1973, y ligado a toda esta transformación, se reunieron en Ginebra, Suiza "los 7" países más ricos del planeta y se terminaron de sepultar los acuerdos de Bretton Woods de 1944, respecto a las paridades fijas, al mismo tiempo que se sentaron las bases para la creación en 1974, del Banco Mundial.
Todo ello, en medio de una gran presión hacia las economías más industrializadas, por la existencia de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que había provocado el alza en los precios de los energéticos, paralelamente se desarrolló la organización del "Grupo de los 7" países más industrializados del mundo, que en 1991, produjeron el 67.6% del PIB mundial, con apenas el 12.2% de la población total de 200 países, lo que representa, un ingreso per cápita de 21,874 dólares anuales; mientras que en países como México, el promedio de ingreso es de tan solo 2,874 U.S.D. según cifras del Word Bank Atlas 1992.
Para 1974, el oro ha dejado de ser la base fundamental del sistema monetario internacional. Herberth H. Grubel destacó en 1965, en un ensayo intitulado los "Estados Unidos como Banquero Mundial" (CEMLA), que el 70% de las reservas de oro del mundo occidental las tenían los Estados Unidos, Gastón Bothoul diría que el oro fue finalmente parte del "botín de guerra", del triunfador de la segunda guerra mundial, agregaríamos hoy, del fin de la guerra fría.
Igualmente para 1974, los Estados Unidos y los organismos financieros internacionales continúan ofreciendo bienes y servicios "financieros" a México, sin el carácter "atado" que los caracterizara desde 1961. Para ese año, al igual que el "paquete Clinton" de 1995, por más de 50,000 millones de dólares, las reservas del oro negro son a la "sociedad neoliberal " lo que a la sociedad tradicional "mercantilista y liberal", son las reservas de oro.
Por ello la valoración de la "moneda signo": peso y nuevo peso, han estado sobrevaluadas en relación con la productividad per cápita nacional de México; el poder adquisitivo entonces, ha estado en estos últimos años, 20 por lo menos, basado más en las "reservas de petróleo" que en cualquier otro tipo de parámetro; tipo de cambio, determinado por el mercado, de una sociedad más próxima a la sociedad de castas como en la India (no como la de los Habsburgo de la colonia), que a la clase media de, the american way of life.
Nos parece fundamental este "diagnóstico", pues de otra manera podemos seguir profiriendo ataques e injurias sin ton ni son, como si fuera y la realidad nos dice que lo es, una "cena de negros".
La sobrevaluación monetaria del peso y del nuevo peso mexicano, ha generado entre 1956 y 1994, un déficit acumulado en cuenta corriente de alrededor de 150,000 millones de U.S.D., cifra muy cercana a nuestra actual deuda consolidada (interna y externa), así como a la valoración que en algún momento se ha hecho en 1995, de las instalaciones de PEMEX.
De continuar con una moneda sobrevaluada que implica un dólar barato, la demanda de dólares va a ser tal, que va a continuar apoyando el aumento de los tipos de interés y con ello se van a incrementar los pagos no sólo del servicio de la deuda hacia el exterior, sino también, a los intereses que pagan nuestros pequeños y medianos empresarios, con lo cual la generación del empleo y las condiciones de la recuperación van a quedar en entredicho. Salir de la crisis tiene como prerrequisito la disminución de las tasas de interés.
Una política de paridad realista o de subvaluación monetaria, implica un dólar más caro, un tipo de cambio tal para el nuevo peso mexicano que en la actualidad podría ser superior a los 7 N.P x 1 dólar lo que permitirá disminuir la demanda de dólares, con ello coadyuvar a bajar la tasa de interés del PRIME (U.S.A.), y disminuir el oneroso servicio de la deuda mexicana.
Disponer, junto con una política de paridad realista, que refleje la situación promedio del país, de un "presupuesto de divisas" es sano, pues en principio permite racionalizar el uso de algo que compromete al conjunto de la sociedad y beneficia a algunos cuantos. Esto por supuesto, no es liberal ni lo puede ser, como tampoco los Estados Unidos, frene a Japón, pueden ser totalmente librecambistas, ya que los fuertes contrastes culturales en México lo impiden total y completamente. Esto, lo deben entender frente a esta nueva crisis, incluso los mexicanos neoliberales.
En la actualidad México y con él, los países dependientes, subdesarrollados, requieren de sistemas monetarios que permitan mantener un equilibrio en la cuenta comercial, ergo de los valores de bienes y servicios que se exportan con los valores que se importan, no es volver a políticas proteccionistas, de principios de siglo, es simplemente, poder ser más selectivos dentro de la globalización.
De otra manera, el fuerte desequilibrio comercial, frenará el equilibrio del desarrollo interno de la economía, como cualquier régimen colonial, lo que paradójicamente resulta tan asfixiante como los largos años de proteccionismo mexicano; así como el azúcar impide el desarrollo molecular de la miel; o bien como el agua, condensa aceleradamente al cristal de roca, licuado al calor del crisol y lo convierte en vidrio; el déficit permanente en la balanza comercial, desestimula e inhibe el desarrollo económico nacional.
Creemos, que si la moneda fija su paridad como proporción de la(s) productividad(es) per cápita(s) promedio de cada nación, ello puede ofrecer un mecanismo de definición de tipo de cambio cuasi automático, para disponer de una paridad realista, lo que quiere decir con cifras de 1991, mantener el peso con una distancia de 8 cuerpos frente a las monedas del Grupo de los 7, y mantener la distancia considerando la diferencia de inflaciones, ello sin desmedro de la utilización de aranceles, cuando ello sea conveniente, lógico y sano; son medidas que operándose articuladamente, nos permitirán recuperar el paso en el desarrollo y en el empleo de los mexicanos con gran seguridad.
QUE HACER EN MÉXICO?
POR UNA PARIDAD REALISTA
Excéslsior, FInanciera, 21 de febrero de 1995
Segunda de dos partes
Las cuestiones monetarias pasan por arduas, complejas y a veces se les considera hasta misteriosas, más cuando la gente no se ocupa habitualmente de ellas, sin embargo, creemos como Jacques Khan, que ellas son mucho menos de lo que habitualmente se cree.
La balanza de pagos, la cuenta comercial y de servicios (importaciones y exportaciones), la cuenta corriente, la deuda pública, el servicio de la deuda, las tasas de interés, son realmente conceptos muy simples y comprensibles en sus principios. Dejar creer que la política monetaria es solo del dominio de algunos "iniciados", le hace bien a los asuntos que popularmente se les llama la "fuerza del dinero", la cual no es un mito, sino una realidad frente a la cual, no solo no es agradable dejarse "blofear", sino que es posible y necesario aclarar.
Comentar tal tipo de cuestiones, es el principal y modesto objetivo del presente ensayo, a fin de ofrecer una orientación adicional a las que hemos oído y con terror observado, de hacia donde se dirige la economía mexicana, después de más de 20 años (1974-1995), de tener el peso y el nuevo peso, una capacidad adquisitiva frente al dólar, soportada más por la garantía de las reservas petroleras para los créditos externos, que por cualquier otro tipo de parámetro, ligado a nuestra productividad de bienes y servicios, constituyendo así el nuevo peso mexicano la figura de una divisa débil y sobrevaluada, navegando en un mar muy picado (mercado global), con un equipo muy sencillo y sin brújula, frente a divisas con una fuerte productividad agrícola e industrial y stocks exportables, habituados a una intensa competencia, con paridades subvaluadas.
En el corto plazo, la política de subvaluación en países como México, más que para "aumentar nuestras exportaciones", lo cual es y será importante, se concibe como una forma práctica para poder discriminar nuestras importaciones mas agresivamente y defender el empleo, con ello estimular el mercado nacional.
En la actualidad, la tasa de interés es muy alta, derivado de la gran demanda de dólares, demanda que no consideramos inelástica, o sea, no creemos que a cualquier precio se vayan a demandar el mismo número de bienes extranjeros; en el caso de México, desde nuestro punto de vista, a esta fecha, aún se encuentra sobrevaluado el peso, la manifestación más clara de ello a pesar de la mejoría en balanza comercial y el aumento en el nivel de las reservas, se encuentra en el persistente déficit en cuenta corriente desde 1946, apenas terminada la segunda guerra, se inicio ese pertinaz comportamiento, para proyectarse a lo largo de la segunda mitad del siglo XX; solo entre 1956 y 1994, se estima conservadoramente un déficit acumulado de 150,000 millones de dólares, nada más en los últimos 6 años, se dinamizó su comportamiento por el triple efecto del endeudamiento, sobrevaluación y globalización, representando con ello la impresionante suma estimada de 105,000 millones de dólares, proyectándose un déficit de casi 15,000 millones de dólares para 1995; ello contradice toda política de desarrollo equilibrado "self-sustained", así como la viabilidad del proyecto de país soberano.
Las crisis de liquidez, han sido recurrentes en este siglo, por lo menos podríamos referirnos a la de 1905, 1917, 1929-1933, la de 1954, la de 1961, 1973, 1982 y 1994. En la actualidad la crisis internacional de liquidez ha aumentado las tasas de interés y se ha devaluado el peso, a partir del 20 de diciembre. A los ojos de mucha gente el encarecimiento del dólar, ha corrido parejo al aumento de los intereses, complicando la operación de muchos proyectos apalancados en dólares. En realidad, es el crecimiento del tipo de cambio, el que viene corriendo rezagado, o más bien reaccionando respecto al incremento en las tasas de interés y requeriría el nuevo peso de una mayor devaluación y cuidar de mantener un tipo de cambio subvaluado, para presionar hacia la baja a los intereses internacionales y con ello a los nacionales, encausando en la senda de la recuperación a nuestro desarrollo; creemos que ello, no representa nada que no sea superable con el ingenio, habilidades y los recursos de los mexicanos.
La disminución en la inflación es un efecto deseable, que se puede alcanzar de dos maneras: una artificial y "Konjunkturlos" como pudo ser con el peso sobrevaluado entre 1989-1994, y otra con el peso ligeramente subvaluado y tendiendo los precios nacionales a guardar una distancia de las cotizaciones internacionales, a fin de ganar mercados más amplios, para aquellos productos que en esas condiciones podamos ofrecer al mercado, como se desprende del programa económico 1995-2000.
En la medida en que el peso tenga una paridad realista, que en el corto plazo podría ser por lo menos entre 7 y 10 pesos x 1 dólar, se desencadenaría automáticamente una política nacionalista que entre otros aspectos, impulsaría los siguientes efectos deseados:
ALGUNOS EFECTOS (POSITIVOS) EN MÉXICO DE UNA POLÍTICA DE SUBVALUACION
• Hacer que los mexicanos recobren la fe en su país.
• Disminución de la dependencia tecnológica externa indiscriminada.
• Dejaría de ser el dólar, una “divisa barata”.
• Disminuiría la demanda efectiva del dólar, racionalizando y programando su uso, quizás apoyado en un presupuesto de divisas.
• Se podría plantear alcanzar un equilibrio en la balanza de cuenta corriente.
• Tendería a disminuir la necesidad de créditos externos.
• Tendería a disminuir la tasa de interés internacional o precio del dinero y con ella el servicio de la deuda.
• La disminución de los pagos al exterior por intereses, disminuiría la presión de reducción del consumo para exportar y así obtener dólares para pagar.
• Las reservas de divisas extranjeras recuperarían una buena cantidad de dólares atesorados en el mercado doméstico, así como la repatriación de dólares de las grandes cuentas en el extranjero, pués a ese tipo de cambio se darían por bien pagados los compradores de última hora, los especuladores y los ahorradores inquietos.
• Se recuperaría la confianza en nuestro país, pués ello es más razonable que pedir dólares prestados.
• Podríamos volver a tener espacio para esquemas que permitieran alcanzar políticas de apoyo a nuestros procesos industriales de exportación, y que tengan enfrente aumentar el empleo, sin que necesariamente se cayera en el abuso de la para estatalización a crédito e ineficiente como la observada entre 1955-1987.
Como se puede apreciar, de entrada, una política monetaria de subvaluación se convierte en un factor estratégico para la viabilidad del proyecto de desarrollo nacional, auto sostenido y soberano. Véase como han manejado sus monedas todos los países desarrollados y los de gran despegue como China.
La muy conocida maestra Ifigenia Martínez, al dar su opinión sobre una política de subvaluación, el 9 de febrero de 1995, frente a un nutrido auditorio en el Colegio Nacional de Economistas, sobre Deuda y Petróleo, comentó lacónicamente que "eso sería subsidiar a los extranjeros con nuestras exportaciones", agregó sin embargo, que por supuesto debería de haber un presupuesto de divisas que fijara prioridades y que lo ideal sería un tipo de cambio tal que permitiese que el saldo de la cuenta comercial y de servicios factoriales, sea superavitaria o bien salga en punto de equilibrio, lo que quiere decir que nuestras exportaciones logren financiar nuestras importaciones.
Nos parece que en realidad la maestra Ifigenia Martínez y los que ésto escribimos estamos muy cerca, en cuanto a propósitos, en lo que guardaríamos distancia sería en los medios e instrumentos; ella pondera únicamente lo que podríamos llamar los costos de una política de subvaluación, ya que en los términos en que ella lo ha mencionado, sería tanto como "subsidiar a los extranjeros con nuestras exportaciones", motivo por lo cual la descalifica. Habría que agregar los beneficios, cuestión de enfoques.
Como lo mencionamos en su oportunidad, la política de subvaluación persigue no solo aumentar nuestras exportaciones, en la medida que los stocks lo posibiliten, y nuestra especialización, defina nuestro liderazgo por producto, sino persigue fundamentalmente, frenar la dependencia externa e impulsar el empleo nacional y el mercado interno y con ello, hacer viable el proyecto nacional soberano. Por otro lado, la globalización establece precios internacionales, para los productos en el mercado exterior, por lo que con una política monetaria realista y competitiva o bien de subvaluación, solo se verían beneficiados directamente los extranjeros que se trasladarán al país a consumir bienes y servicios, como sería fundamentalmente el turismo. Ya que, la cotización internacional de las exportaciones no petroleras como los productos agroindustriales, pesqueros, los textiles, metalmecánica, equipos de cómputo, etcétera, tendrían a su favor en estas condiciones, un precio internacional como mera referencia, con el cual podríamos distanciarnos o acercarnos para competir en caso de que fuese necesario. Para nosotros, es prioritario que el país tenga vialidad como proyecto auto sostenido y soberano en el futuro inmediato, aunque tenga como uno de sus costos, subsidiar al extranjero que visite el país, con los beneficios que le pueda dar la industria turística..
No sabemos, aunque podemos tener algunas suposiciones, por que existe entre algunos colegas del Partido de la Revolución Democrática, (no todos) la tendencia a observar, mencionar, subrayar los costos de una política de subvaluación y al mismo tiempo no ponderar los beneficios, así se dice lacónicamente que eso implicaría “subsidiar a los otros”, como si ello no fuera deliberado para proteger nuestro empleo y un costo para ampliar nuestros mercados. "Lenin diría un salto para atrás y dos para adelante". En otras ocasiones, cuando la discusión se orienta sobre los rezagos sociales y los índices de marginación a nivel nacional, el discurso de algunos militantes de la llamada izquierda "histórica", magnífica las necesidades de atención insatisfechas, léase subsidios a ciertas comunidades en forma realmente irresponsable, se refieren habitualmente a vivienda, educación, alimentación, salud, energía eléctrica, etcétera, como grito de guerra, “todo para todos”, sin considerar, los fuertes contrastes culturales-económicos nacionales también de tipo "histórico", ni los costos y posibilidades reales del monto de los subsidios. La figura puede ser próxima a ese tipo de conductores que cambian de carril, sin sacar la mano ni poner la direccional, los cuales se sorprenden cuando tienen algún percance con algún otro carro que rebasaba en ese mismo momento y terminan gritándole: "que no ve". El desdén, la soberbia y la ingenuidad, se pasean habitualmente por todas estas figuras.
Palabras finales:
"El castigo de aquellos que rechazan ocuparse de los asuntos públicos, es que los asuntos públicos caigan en manos de personas menos virtuosas que ellos". (Platón)
“La inevitable política"
Gastón Bouthoul
Creemos que la inteligencia y el apoyo que puedan brindar los mexicanos en la comprensión de los problemas nacionales, tomará un papel relevante en la salida de la actual crisis, confiamos en que traten de informarse, quizás primero con el ánimo de comprender más que con el de recomendar, ello en si ya será muy importante, porque para orientar a terceros, se tiene primero que estar orientado.
Consideramos que la sociedad, se debe preparar para entender claramente que pasa con nuestra política monetaria, ya que deberá haber consenso en las medidas que finalmente se pongan en práctica para estabilizar el proyecto de desarrollo nacional y paliar la crisis económica, neutralizar los efectos de la decadencia política, que estamos presenciando; ayudando a superar la crisis social que tenemos frente a nosotros. Hemos sido una generación beneficiada como ninguna otra en la historia del país, con la sobrevaluación de la moneda, de la cual "las mayorías" somos responsables por no haber ni siquiera intentado participar en la comprensión de los fenómenos y nos hemos dejado arrastrar, sentados en la ilusión de un país próspero, aunque dependiente, entretenidos con un confort efímero que obedece a la ley del mínimo esfuerzo, con proposiciones de apertura como el TLC, sin comprender bien sus bondades y nuestras limitaciones; lo hemos avalado de manera ingenua, pensando en que había gente más versada e interesada que nosotros mismos, en obtener buenos resultados para su industria y su comercio, creemos que debemos corregir esa actitud por el bien nuestro y de nuestra patria. Tenemos el deber de corregir el presente, para brindar un mejor futuro a nuestros hijos, del cual nosotros somos los directamente responsables.
--------------------------------------------------------------------------------------* Este artículo fue publicado conjuntamente con José Luis Genel García. Economista de la UNAM y de la Universidad de Chicago