domingo, 9 de enero de 2011

México: Hacia un Nuevo Modelo Económico

2 pasos para atrás, cinco para adelante.

Antecedentes

En los últimos años, frente a la debacle nacional, ha cambiado mucho la perspectiva del comportamiento de la economía en el siglo XX, aquellos economistas de mi generación (1946) y mayores, quizás recuerden que en los análisis que se realizaron en los años 60 y 70, aparte de que se hacía aún un énfasis excesivo en la revolución, sus personajes, protagonistas y en la Constitución que de ella emanó, era un lugar común decir que los años 40, eran el parte aguas del siglo XX, lo mínimo era decir, que "en 1940, se había ingresado al siglo XX", que en los 40, se había entrado en la modernidad, que se habían abandonado los militarismos, que la economía mixta era el futuro, etcétera, etcétera.

Después llamaron la atención los años 50 y 60, con la recuperación de los países europeos, la coyuntura de la guerra fría, la revolución cubana, la crisis de los misiles en 1961, el asesinato de Jaramillo en 1962; los movimientos descolonizadores en África, la ALPRO, el 68, etc. etc. Luego los años 70-90, con la crisis petrolera, el fin del sistema monetario de paridades fijas, la nacionalización y venta de los bancos junto con el crack de la bolsa, el asesinato de Manuel Buendía en 1984 y la entrada del narco lavado de dinero; la venta y liquidación en México de cientos de paraestatales, la caída del Muro de Berlín y de la URSS, el Consenso de Washington, los asesinatos políticos de José Francisco Ruiz Massieu y Luis Donaldo Colosio Murrieta, el ingreso del TLC, la aparición del movimiento Zapatista en Chiapas, la sobrevaluación monetaria del peso 1991-1994, el “error de diciembre” el mega paquete de dólares de apoyo entre Clinton- Zedillo; en fin, como que cada década aportaba elementos nuevos que les hacían destacar y reelaborar el análisis de perspectiva.

“Todos los demás son culpables, salvo yo”
La Tentación de la Ingenuidad.

Pascal Brokner

En la actualidad muchas de las lecturas del siglo XX, como las ya muy multicitadas de José Luis Calva y de Arturo Huerta, hacen tabla raza y dan por sentado que “entre los años 34 y hasta 1982, la economía mexicana pudo crecer a una tasa promedio anual del 6%”, lo cual es irrebatible, (no se cuestiona el qué, sino el como?) a lo anterior, se añade regularmente que “la entrada del modelo económico del neoliberalismo” es directamente responsable de la caída del crecimiento económico, de la disminución del empleo, que se haya deteriorado la inequidad en la distribución del ingreso y disminuido la capacidad adquisitiva del salario en los últimos 28 años; a lo anterior, se le agregan muchas otras evidencias de la caída de la economía mexicana, por lo que ponen a la vista “la necesidad de un nuevo modelo económico”. Cómo podría ser éste? son algunas de las cuestiones que se hacen en estas notas.

Las voces que proclaman el fin del neoliberalismo, hablan de “un nuevo modelo”, creemos que dicho nuevo modelo económico, en lo general será un capitalismo articulado con perfiles ecologistas, a lo anterior, le añadiría que debe de tener algún reflejo en el esquema de operación de las finanzas públicas en México, en virtud de que a partir de la entrada en 1983, del neoliberalismo en México, casualmente o bien, de manera consecuente, cambió el esquema de operación de las mismas.

Creemos que el mercantilismo, el liberalismo, el intervencionismo y/o capitalismo de estado, el nacionalismo, el ejidalismo, el cooperativismo, los kibutz o de los koljoz soviéticos, el neoliberalismo, el socialismo, la globalización, etc. son todos, modos de producción que en sí, tienen sus propias características, momento histórico y pueden o no funcionar, la cuestión es ¿cual puede ser más eficiente en este momento histórico en la asignación de recursos para el conjunto de la sociedad?; en el caso de México, considero íntimamente que la corrupción es un ingrediente que hace que los mejores propósitos paraestatales palidezcan, como puede ser en el caso de la industria eléctrica o la petrolera, recientemente se ha dicho, por el Senador Francisco Labastida, en "quiebra técnica".

El Esquema de las Finanzas Públicas en México, antes y después de la instalación del neoliberalismo en 1983.

En México, antes de 1983, particularmente a partir de 1962, era un lugar común decir que en la formulación del presupuesto de Egresos de la Federación: “primero se establecían las necesidades y luego la forma de atender su financiamiento”, Un poco la mecánica de primero el proyecto y después como se financia. En este orden de ideas, la coyuntura que se presenta entre 1962 y 1982, (De López a López) balizado por la formulación del Plan de Acción Inmediata 1962-1964, presentado en 1962, ante el Comité Internacional por Antonio Ortiz Mena, con motivo de la Alianza para el Progreso de 1961; así como, por El Plan Global de Desarrollo 1980-1982, realizado por Carlos Salinas de Gortari, en la Secretaría de Programación y Presupuesto, como resultado de las posibilidades extraordinarias que en los dos casos ofreció el ahorro externo para el financiamiento del desarrollo, de l´ALPRO al llamado “boom petrolero” de la 2ª mitad de los años 70, (ambos planes fueron casualmente “bianuales”) son años en que la planeación nacional estuvo determinada, explicada, condicionada, soportada y orientada por las posibilidades de financiamiento del exterior.

Anteriormente, entre 1942 y 1961, el crecimiento de la economía se debió a condiciones excepcionales, en las que el sector externo jugó a favor de México y donde la deuda, no solo se condonó en 80% por los EEUU con motivo de la 2ª guerra mundial, sino que jugó un rol complementario para infraestructura hidráulica en el alemanismo, amén de que en 1961, de acuerdo con los datos de Rosario Green, "se liquidó completamente la llamada vieja deuda". Se creció sin deuda¡

Para mucha gente, el período comprendido entre 1962-1982, fueron “los años maravillosos” y que permitió, no solo “vacas gordas” y mucha obra de infraestructura, sino también una muy alta demografía, quizás la tasa de crecimiento demográfico más significativa del siglo XX;  también, se pudo mantener el esquema de operación de las finanzas públicas del ancien régime, de “determinar primero las necesidades y después, la forma de financiarles”, que suave no ¡el financiamiento estaba ahí!

Desde el punto de vista fiscal, el cambio más significativo pudo ser: sustituir el Impuesto sobre Ingresos Mercantiles por el Impuesto al Valor Agregado en 1979. David Ibarra, Secretario de Hacienda, logró entonces, demostrar que el 10 era menor que el 4.

Los contextos 1960-1980, la coyuntura del siglo XX.

Los Estados Unidos a partir de 1961, ofrecieron “créditos atados” a la región latinoamericana, dichos créditos, estaban dirigidos en la Alianza para el Progreso ALPRO , con igual propósito que el Plan Marshall: frenar la expansión soviética presente ya en Cuba, los misiles soviéticos ya apuntaban desde Cuba hacia los EEUU, por ello, dirigió en ese mismo año su oferta de crédito hacia los sectores estratégicos, que permitirán desplegar la transnacionalización de la industria norteamericana, lo que Jean-Jacques Servan-Schreiber denominó (advirtió) en los años 60, El Desafío Americano”, de esa manera, los EEUU prestaron dinero en México, para la construcción de carreteras al mismo tiempo que se instalaban las primeras ensambladoras automotrices norteamericanas en el país; ofrecieron créditos para aeropuertos y también para los primeros turborreactores, para modernizar las flotas tanto de AEROMEXICO como de Mexicana de aviación; financiaron para completar la modernización de las vías de los Ferrocarriles Nacionales, así como para locomotoras norteamericanas; no omitieron el mundo de las telecomunicaciones, ya para 1968, México se comunicó con buena parte del mundo con motivo de las Olimpiadas; se pudo nacionalizar la industria eléctrica al mismo tiempo que se desdoblaban las importaciones de marcas norteamericanas de electrodomésticos en el país; las cadenas hoteleras norteamericanas se pudieron instalar en las zonas turísticas estratégicas del Pacífico y del Caribe. Los Estados Unidos lograron instalarse en el país, sin disparar un solo plomo; lo hicieron, como se han realizado la mayoría de las conquistas, con el apoyo de un ejército local, en este caso, de consumidores entusiastas, apoyados por la tarjeta de crédito y la alucinada imagen del inbatible american way of life, con su música, cine, modas, autos, revistas, etcetera.

Las maquiladoras se instalaron en México en el año de 1965, antes que en China, pese a ello, en la actualidad el componente nacional de las maquiladoras en México no es superior al 5% en cambio en China es del 50%. México no realizó el esfuerzo industrial de una política de sustitución de importaciones y exportaciones como le hicieron los países de la Cuenca del Pacífico.

México pudo construir a crédito un entramado de cientos de empresas paraestatales, que permitieron subsidiar políticas de pleno empleo, aumento en el consumo del mercado interno y brindaron subsidios en múltiples direcciones, el PIB creció al 6.8% en promedio anual en esos años, los salarios lo hicieron a tasas mayores: del 11%, apoyado por el ajuste del crédito público; sin embargo, el país crecía, no se desarrollaba; el mundo urbano se desarrollaba a costas de la disminución del mundo rural y del significado del salario mínimo; no pudo hacer crecer su red hidráulica entre 1960 y 1988, los proyectos competían entre sí y el agua, no era prioridad para los norteamericanos, lo anterior, significó que con el crédito externo, pero fundamentalmente con la sobrevaluación monetaria, México construyó su propia dependencia tecnológica, financiera y comercial que hoy caracteriza su proceso económico, así como, el alto contenido importado de materias primas y productos intermedios contenidos en las exportaciones de las maquiladoras que se mantienen en el país. Completa lamentablemente,  la imagen de un enclave económico trasnacional con predominio norteamericano.

El impacto en la urbanización de la obra pública del período, tuvo como resultado “no deseado, no esperado”, que declinara la autosuficiencia alimentaria desde 1965; ello, a pesar de los esfuerzos para fortalecer la acción gubernamental en el campo, no se pudo evitar la migración a las ciudades, el crecimiento de la población urbana, entre 1960-1980 fue de 172%, en cambio la no urbana de 46%. Dese 1960, la urbana supero en 0.7% a la población rural.



Más adelante, la preocupación por la producción en el campo mexicano, llevó, entre muchas, muchas acciones, a la creación en 1980-1982, del Sistema Alimentario Mexicano (SAM), que lamentablemente al evaluarle hizo decir: “Si en la producción de alimentos, no importa el costo, léase el SAM y como lograrlo”¡

Para 1973, después de la llamada "atonía", empiezan a hacer crisis en América Latina, como "palomitas de maíz", las políticas crediticias de la ALPRO, van a generar reacciones y crisis fiscales en América Latina, las más sonadas fueron Chile, Argentina, Perú, Venezuela y Brasil, como consecuencia, el neoliberalismo iniciaba su instalación en América Latina, excepción hecha de Cuba, en todos los países ya se presentaban crisis fiscales; en México sin embargo, con los descubrimientos de los yacimientos petroleros en la sonda de Campeche en 1974, como Cantarell (Rudesindo) , le van a permitir el acceso a nuevos créditos, ya no “atados” como los de la ALPRO, sino que ahora, los EEUU ofrecerán líneas de crédito, contra la garantía de las reservas petroleras; de esa manera y a pesar de la nueva Ley de Deuda Pública, emitida ese año por el Congreso, el déficit público va a empezar a crecer de manera a histórica, de manera particular en el registro se observa un despunte desde 1979 hasta 1988, en que finalmente inicia su descenso, reflejando los cambios que en ese sentido se acordaron en 1987, en la Comisión Intersecretarial de Gasto Financiamiento, respecto a la venta, desincorporación y liquidación de empresas públicas; decisiones que se presentaron como consecuencia del sobredimensionamiento de la planta productiva nacional de petróleo a crédito, la caída de los precios del energético y la subida de las tasas de interés; se acaba así el fin de una época en que el financiamiento externo estuvo siempre ahí; se considera que a partir de entonces, entró el neoliberalismo en México.

No se hizo por que fuera un despropósito o un propósito malsano, sino como una consecuencia, era imposible continuar bajo los esquemas de planeación que con anterioridad (1962-1982) se operaban en el país, parecía que entramos de manera intempestiva en un tobogán imposible de evitar, sus resultados han estado a la vista desde entonces.

Entre 1989 y 90, se desincorporaron del Gobierno Federal, decenas de empresas del sector agropecuario, pesquero y Forestal, ubicadas en terrenos ejidales, dada la complejidad que representó su enajenación, lamentablemente tuvieron que ser liquidadas, por lo que no pudieron como en otros casos cumplir con el doble propósito de mantener el empleo y ayudar al desendeudamiento público, como pudo ser en Japón Meidji; sino solo, a bajar el volumen de subsidios subsecuentes.

No hay que pasar por alto, que en Inglaterra, el neoliberalismo se estableció con la llegada al poder de Margaret Tatcher, a partir de 1979, con motivo del encarecimiento de los energéticos; por su parte en los EEUU, se instala en 1980, con la llegada al poder de Ronald Reagan, por iguales circunstancias. Acá en cambio era el tiempo de “la administración de la riqueza”, el tiempo entre otras cosas, del SAM como del memorable 10, 20,30…

El pensamiento de J.M. Keynes, no es el malo, es más, para muchos puede ser excelente, sin embargo, llevar a la práctica una intervención del Estado con recursos de crédito externo, atado a los intereses y orientaciones del exterior, en una economía con predominio de modos de producción de subsistencia, con una tenencia de la tierra ejidal, que no da acceso al modo de producción capitalista en las unidades de producción agropecuarias, forestales y pesqueras, como lo son predominantemente, en el 50% del territorio nacional; no solo no pagan impuesto predial los paradigmas del ecosistema de Mesoamérica. sino que las PYMES, MIPYMES, Pepes y Toños no tienen acceso a ese campo de operaciones. No se pueden crear nuevos polos de desarrollo y la concentración de la población es lo más observado en las zonas metropolitanas de México, Jalisco y Nuevo León.

Por ello, centralizar las decisiones económicas con apoyo en las ventajas del Crédito Público, permitió absorber temporalmente el costo fiscal, de aquellas inversiones que no podían recuperarse vía precios y tarifas, en virtud de que los ingresos del mercado interno, no tenían la misma dinámica, que el acelerado ritmo de las inversiones públicas con financiamiento externo; por ello, la estabilidad del tipo de cambio entre 1962 y 1982, propia del autodenominado "desarrollo estabilizador" implicó la sobrevaluación del peso, como modus operandi cotidiano, así como un importante abultamiento en el monto de la deuda pública. En 1961, el coeficiente de la deuda pública, representó apenas el 0.15% del PIB Nacional, seguramente el más bajo de toda la historia patria, para 1987, año del crack de la Bolsa Mexicana de Valores, poco después de la muerte de Manuel Buendía en 1984, llegó a representar el 90% del PIB.

Los conceptos de crecimiento económico, pleno empleo, creación de mercados de capitales y distribución de la riqueza, fueron algunos de los que dominaron en esa época. Los sucesos trágicos que balizan el período son las muertes de Rubén Jaramillo en 1962 y de Manuel Buendía en 1984, ambos crímenes de Estado.

El cambio de discurso en 1983, las nuevas reglas de operación del sistema operativo de las finanzas públicas, a financiarse con “ingresos no inflacionarios”, dijo Miguel de la Madrid; la presentación del Plan Nacional de Desarrollo y su memorable interpelación, léase gritería de Porfirio,  en el Congreso de la Unión, contextualiza la ruptura en el seno del PRI, entonces Partido hegemónico; saliendo lo que en esa época se dio en llamar la “pandilla de Pekín” compuesta por Ifigenia Martínez Hernández, Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, entre muchos otros. Más tarde, esta corriente dio origen al Partido de la Revolución Democrática PRD.

En estos años 1962-1982, se financió con recursos de crédito una política de bienestar, con una política indiscriminada de subsidios, tanto a la producción como al consumo, al capital, como al trabajo; se favoreció el desarrollo de un régimen autoritario, centralista, con acoso ideológico a "la clase media", productora de bienes y servicios para el mercado; permitiendo financiar el déficit en la cuenta comercial con recursos ajenos, llevando aparejada, en el caso de México, la sobrevaluación monetaria que favoreció un consumo superior a la dinámica de lo que se producía en el país, ya que el ajuste era contra crédito público. El salarió mínimo creció en esos años en promedio anual al 11.9%, en tanto el PIB lo hizo al 6.8%. En ese orden de ideas, la intervención del Estado en materia económica, generará consecuencias muy perniciosas, como las que hoy presenta el país.

El saldo de la balanza comercial de México, en estas condiciones, continuaba siendo negativo, destinado en buena parte, para el equipamiento de la infraestructura y posteriormente, aumentando la dependencia con la compra de partes y refacciones; de manera destacada, aunque no exclusivamente, el destino más importante de las transferencias de capital vía créditos, por diversos motivos lo fue el sector comunicaciones y transportes, así como los sectores energético (electricidad y petróleo), por su parte los subsidios al consumo y a la producción fueron en prácticamente todos los sectores: léase agropecuario, forestal, pesquero, servicios, turismo, comercial y energético industrial. El sector eléctrico, se ha dicho en un Foro recientemente en la Cámara de Diputados, en la actualidad, se encuentra sobredimensionada en 50%, lo cual refleja no solo el deseo de lograr un desarrollo tecnológico, sino también y es lamentable expresarle, la gran corrupción existente, no de manera monopólica, en el Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM).

Sin duda, la gran desproporción que se llegó a dar en 1987, entre el coeficiente de la Deuda/PIB cercano a 90% y la carga fiscal de tan sólo 13.18%, sometió a gran presión al sistema, lo cual se manifestó abiertamente en las elecciones de 1988, hecho que el Presidente Salinas, representante de una clase política, como hemos podido ver, ligada al "desarrollo estabilizador", atacó con mucho éxito desde el principio de su administración, eludir la continuidad del costo social derivado del ajuste económico, iniciado por su antecesor De la Madrid; así, sobrevaluó el tipo de cambio, recuperó ligeramente el crecimiento y los salarios, desafortunadamente con el costo implícito de las altas tasas de interés, a partir de 1991, y con objeto de sustituir la dependencia del endeudamiento directo del gobierno federal con los flujos externos de capital conocidos como “hot Money”; le implicará un costo elevado a la economía real, que posteriormente traerá costos muy grandes a todo el sistema económico, incluso al mundial (efecto tequila) por requerir la economía mexicana de un paquete de ayuda extraordinario por el deseo, aparentemente ingenuo, de eludir el costo del ajuste en esas condiciones.

El déficit acumulado del saldo de la balanza comercial de México bajo la administración de Carlos Salinas de Gortari en los 6 años de su gobierno, entre 1989-1994, fue de 55.6 mil millones de dólares, muy contrastante con el superávit de 52.1 mil millones de USD del sexenio de Miguel de La Madrid, significó más de 13 veces al déficit acumulado del sexenio de López Portillo de 3.8 mil millones de USD y más de 5 veces el acumulado por el de Luis Echeverría Álvarez de 11.5 mil millones de USD. Buena parte de este déficit ha tratado de justificarse argumentando que fue dirigido fundamentalmente para la compra de bienes de capital, procesos industriales, materias primas y productos intermediarios, para el proceso de modernización de la planta productiva del país, con el fin de poder participar en la dinámica comercial en las actuales condiciones, sin embargo, en la práctica representó una bomba de más de 107 mil millones de dólares a la economía real que semi pulverizó a buena parte de la planta industrial pequeña y mediana, generando uno de los mayores niveles de desempleo de la historia del país, antecedente y parte importante de la exégesis de la actual crisis. De otra manera, sería imposible entender el por qué, el monto tan voluminoso del crédito requerido para la negociación de la deuda Clinton-Zedillo en 1995.

En 1996, pasada la crisis de 1995, en el Poli fórum cultural Siqueiros se realizó un panel de economistas, entre ellos iba el subsecretario Alejandro Werner, de egresos de la SHCP, cuando le tocó hacer uso de la palabra, señaló escuetamente que en relación a la definición del gasto programable, es muy simple: “después de la previsión para el servicio de la deuda, se veía como gastar el remanente de los ingresos previstos”, lo que pone de relevancia el cuidado que existe o debe de haber en el manejo del pago de la deuda, habida cuenta que no pagar un vencimiento es regularmente muy caro, para cualquier deudor, bien sea este privado o público.

La crisis que presenta el país, después de las "vacas gordas" de 1962-1982, solo es comparable con la decadencia de la España de los Habsburgo a partir de 1668, cuya disposición de una oferta de metales abundante proveniente de América, no le permitió el mantenimiento de la hegemonía política, no eran subdesarrollados, pero era un país con atraso económico como lo es México; además, como ya lo han señalado varios hispanistas, como Earl, J. Hamilton y Pierre Vilar, "el flujo de metales encareció el costo de los procesos industriales de España, frente a los países vecinos, los cuales no tuvieron esa distorsión y pudieron, por la vía del comercio, absorberle, extraerle, succionarle, buena parte del oro y las riquezas obtenidas en las indias a través del comercio, primero de “espejitos”, después será de gobelinos franceses.

¿Qué hacer frente a la crisis?

“En ningún país del mundo, ha tenido el grupo adinerado, los recursos suficientes para transformar una economía estática en otra dinámica, el ahorro generalmente ha salido del ahorro interno”.

Wyn F. Owen.
La Exacción a la agricultura en el Desarrollo.

Las reformas estructurales que pueden orientar a la economía para que la sociedad mexicana genere el ahorro necesario que le permita financiar políticas públicas acordes con el volumen de necesidades que tiene un país con más de 100 millones de habitantes pueden ser las siguientes.

1) Llevar adelante una política industrial que propugne por aumentar el contenido nacional en las exportaciones.

2) Realizar una desamortización de la propiedad ejidal, a fin de que le llegue dinero al campo de manera rápida y expedita; asimismo, que la propiedad rural, pague predial, se compre, se venda, se asocie, haga lo que quiera pero que atraiga capital . La experiencia del Japón Meidji en el siglo XIX, es un referente

3) Operar una política fiscal generalizada que incorpore medicinas, alimentos e impuestos prediales a todo tipo de propiedad.

4) Precisar en la Constitución, cuál es la educación pública OBLIGATORIA (ergo gratuita) y darle a la educación media, técnica e investigación científica el rol estratégico que requiere el modelo exportador y el cambio climático, frente al México del siglo XXI; dejar de ver a la educación superior, como parte de la política asistencial. La educación pública superior, requiere poder cobrar cuotas acordes a la realidad social nacional, realizar exámenes de admisión, discriminar carreras dependiendo del promedio obtenido como le hace España. Para ello se requiere que el Congreso de la Unión, no el Congreso Universitario, modifique la Fracción IV del Artículo 3º Constitucional. Que en lugar de decir “Toda la educación que imparte el Estado será gratuita”, diga Toda la educación obligatoria que imparta el Estado, será gratuita. Solo así podrá ser administrable.

5) Disminuir el costo de administración de los poderes Ejecutivo, Judicial, Legislativo, Órganos Autónomos y Organismos Públicos Descentralizados, acorde a la realidad nacional. Cuando se dice, van a bajar los subsidios, es seguro que aumentaran los precios, no que bajarán los costos¡

6) Volver más eficiente la operación del presupuesto de Egresos de la Federación y disminuir subsidios de los organismos públicos descentralizados, bajando costos y recuperando el de los bienes y servicios públicos.

7) Ajustar el gasto corriente, a fin de que el gasto de inversión represente al menos el 25% del gasto público. Ello permitirá generar los empleos que el país requiere, con al menos una tasas de crecimiento del 5% anual.

8) Hacer de la infraestructura hidráulica, de transporte público y del cambio tecnológico, frente al cambio climático y de energéticos, el eje de la modernización del país.

9) Reducir las importaciones a lo indispensable, solo aquello que no pueda producir el país (China). Operar en el mundo del librecambio con una moneda sobrevaluada, solo conviene a las trasnacionales instaladas en el país.

10) Promover que el Banco Central, no solo tenga la atribución del control de la inflación, sino también, la promoción del empleo.

En el nuevo orden de las finanzas públicas, la definición de las posibilidades de gasto programable, no puede seguir siendo lo que quede después del pago de la deuda, debe de hacerse un cambio profundo a fin de poder crecer y generar empleo, de otra manera el país no tiene viabilidad como tal.

albertooliver1@yahoo.com.mx

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