Excélsior, Financiera, 9 de enero de 1995.
A la memoria, grata memoria de Rodrígo Calvillo.
"Como todo científico de la historia, sabe que sus análisis objetivos, sea cual fuere el grado de perfección que puedan alcanzar, no proporcionan sino el diagnóstico, jamás la terapéutica, de ahí que toda su obra esté atravesada por un profundo escepticismo". La pregunta que se hacía Jaldún era precisamente como evitar la decadencia del Islam en el siglo XIV...
La filosofía de la decadencia en Ibn Jaldún.
Elías Trabulse
Aestas alturas, parece que hay consenso en el diagnóstico de la devaluación, “1994 es un año en que se sobregiró el Gobierno en el corto plazo, cuando las coberturas de largo plazo se redujeron".
En la formulación de este diagnóstico, la participación ciudadana fue copiosa, las opiniones en los distintos medios, abundante, han realizado aportaciones los partidos, las cámaras, las asociaciones, el sector público, el social y el privado habiendo firmado el 3 de enero de 1995, con la presencia del Doctor Ernesto Zedillo el Acuerdo de Unidad Para Superar la Emergencia Económica (AUSEE), en donde claramente se habla del examen de la situación existente.
Sin embargo, entre otras cosas, se menciona en la primera parte del documento un asunto que interesa comentar: "que la reducción del déficit en cuenta corriente tiene dos formas... “una ordenada que permita restaurar en breve plazo la estabilidad y el crecimiento y otra desordenada que pospondría por mucho tiempo las posibilidades de mejoría". Continuo.
El día 4 de enero, se dieron a conocer los pronósticos de la economía nacional, realizados por el Banco de México, a partir de los cuales la Secretaría de Hacienda elaboró el programa económico para 1995.
Entre los elementos que se han dado a conocer el día 5 de enero, en que se escriben estas líneas y que interesa comentar son:
• "Que cuando culmine el ejercicio de 1995, el déficit en cuenta corriente, será de 14 mil millones de dólares. (4.2% del PIB) y no los casi 28 mil millones (estimados al cierre de 1994), que representa 8% del PIB."
Me pregunto, qué no debería de salida, pretender disminuirse aún más el déficit en cuenta corriente?
• "Para financiar este déficit, se calcula se dispondrá de 14 mil millones de dólares así: 8 mil millones provenientes de inversión directa extranjera, 5 mil millones de endeudamiento público neto y 1 mil millones de repatriación de capitales".
• La tasa de cambio promedio, en todo 1995, será de 4.50 x 1 dólar norteamericano, "si bien en el futuro inmediato, quiero entender los próximos 4 meses, puede mostrar una pronunciada volatilidad".
• Al final del análisis, la SHCP, informó que se buscará un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, para obtener recursos que de acuerdo con algunas fuentes serían por lo menos de 13 mil millones de dólares. Con ello, el agua revuelta se asentará, se desinflará "la volatilidad" (especulación) y podremos avanzar nuevamente, pues existen bases firmes para poder hacerlo.
Tengo mis reservas respecto a estos propósitos, con éste tipo de cambio y pasaré a exponer mis observaciones, con las bondades que ofrece la experiencia histórica de los últimos 40 años, con el ánimo de compartirlas a través de éste amable espacio.
Primeramente, he de señalar que el déficit en cuenta corriente ha sido la manera natural de comportarse de la economía mexicana entre 1951 y 1982 y de 1988 a 1994, excepción hecha del año 1955, en que se observó un pequeño superávit de 1.7 millones de dólares, como resultado de la devaluación de 1953-1954, que estabilizó el dólar en $12.50 x 1 dólar entre 1954 y 1976 (22 años). Vale la pena recordar que el coeficiente de endeudamiento de la federación, como proporción del Producto Interno Bruto (PIB) en 1954, era de tan solo 1.29%. También vale la pena subrayar que la devaluación de 1954, tuvo un impacto en la contracción del déficit de cuenta corriente de apenas un año, a pesar de que prácticamente no había diferencia entre el nivel de inflación de los green-gos y los mexicanos, lo que quiere decir que era atribuible al diferente tipo de desarrollo, así como a una cierta sobrevaluación del peso..
En 1962, se realizó el Plan de Acción Inmediata, por medio del cual, reiniciamos nuestra carrera como deudores activos y verdaderamente entramos al desafío del siglo XX, caracterizado por la presencia en el mercado mundial de las mercancías y productos provenientes de Asia, después de siglo y medio de prácticamente no participar en él. Volver los ojos a ese momento, de manera crítica y referencial es muy útil, consideremos que a pesar de que los dólares que empezamos a utilizar no eran "propios", sino prestados, los continuamos dando a 12.50 x 1 dólar, como si fuesen dólares propios, o sea muy baratos.
Por dólares propios, debemos entender los dólares que generan nuestras exportaciones. La distinción es válida, frente a los dólares prestados, ello se puede extrapolar con los recursos de crédito y los fiscales, ya que lo que es propio hacer con los recursos fiscales, no es dable hacerlo con los recursos de crédito y viceversa, lo que es propio hacer con los recursos de crédito, no lo es, con los recursos fiscales..
No haber devaluado en 1962, por problemas o aspectos de índole política propios del contexto de la crisis de la guerra fría (1958-1963), colaboró por lo menos en un 40% desde el punto de vista del déficit en cuenta corriente, en la devaluación de 1976. La moraleja es, que no establecer una banda de flotación adecuada o bien devaluar a tiempo, genera un escalón más pesado en algún momento. La autonomía del Banco de México en materia cambiaria, se convierte en un aspecto de seguridad nacional, debemos apoyar la total autonomía de esta institución, como mejor convenga para orientar la toma de decisiones oportuna, por el bien de la República y de nuestros hijos; estamos condenados a no bajar la guardia. Hoy está en la Presidencia de la República Ernesto Zedillo Ponce de León, pudo haber sido Diego Fernández de Cevallos o Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, la realidad económica que estamos enfrentando sería la misma, está determinada, condicionada y explicada más por el pasado reciente que por el presente.
En agosto de 1976, con un coeficiente de endeudamiento como proporción del PIB cercano al 40%, se dio una devaluación de alrededor del 80%, del valor del peso frente al dólar USA, como resultado de una variación negativa, en la reserva de divisas de apenas 333 millones de dólares en ese mismo año y un déficit acumulado en cuenta corriente entre 1970 y 1976, de 14,537 millones de dólares. La devaluación, no tornó superavitario el saldo de la cuenta corriente de México, ni siquiera un año, como pudo ser la de 1954, por lo que, el déficit en cuenta corriente continuó hasta 1982, siendo financiado por un endeudamiento muy alto, se había triplicado el déficit de cuenta corriente, en relación con la administración de Luis Echeverría, para acumular con José López Portillo entre 1976-1982, 42,060 millones de dólares.
De 1956 a 1982, son 27 años de continuo, período donde la balanza de pagos refleja déficit acumulado en cuenta corriente por 63 mil 425 millones de dólares, que representa apenas el 60%, del déficit acumulado en 6 años, entre 1989 y 1994, por 105 mil millones de dólares.
1973, es un año clave en la estadística de las finanzas públicas, no puede pasar desapercibido que el salario mínimo de $33.23 diarios, representaba 2.33 dólares corrientes y 1.13 dólares constantes de 1981. A partir de este año, en que ya era urgente un ajuste en el tipo de cambio, "las finanzas públicas se dijo se llevaban en Palacio Nacional", salía Hugo B. Margain y entraba José López Portillo a la SHCP, un año más y todo cambiaría en la matriz de la economía y la demografía nacional, por el aumento de los precios internacionales del petróleo y la aparición en el sureste de México, en boca de los green-gos de "los yacimientos más grandes del mundo, más grandes que los del Golfo Pérsico". En esa época se acuño la frase, "todo en Chiapas es México", hoy frente a la crisis en esa región y la presencia de un movimiento de tipo "protocomunista", se puede apuntar que "todo en Mesoamérica es Chiapas".
La devaluación de 1982-1983, y la subsecuentes devaluaciones que hicieron pasar de $24.51 en 1981, a $2,287 x dólar en 1988, en la administración de Miguel de la Madrid Hurtado, representó una devaluación de aproximadamente 93 "veces" el valor de base, y permitió a esa administración pasar a la historia como el único sexenio con saldos positivos, acumulados en el sexenio en cuenta comercial, superior a los 52 mil millones de dólares y en la cuenta corriente por más de 9 mil millones de dólares, si bien, muchas inercias impidieron bajar el coeficiente de endeudamiento, ya que entre 1986 y 1987, llegó a ser el mayor de la historia del país, alrededor del 90%, como proporción del PIB (dólares constantes).
En el sexenio que acaba de terminar, el de la administración de Carlos Salinas de Gortari, el dólar pasó de $2,287 a 3.55 nuevos pesos; apenas se devalúo 55%, "media vez"; en estos años, la apertura comercial que se llevó adelante, permitió acumular en el sexenio un déficit al cierre en cuenta corriente de 105 mil millones de dólares, sin duda el más grande déficit de toda la historia nacional, 60% del acumulado entre 1950 y 1994.
Por su parte, los salarios como proporción del PIB, lograron pasar de 25% del PIB a 27% del PIB, el salario mínimo pudo aumentar al pasar de 3.68 a 4.45 dólares corrientes y fluctúo entre 2.72 y 2.81 dólares constantes, cerrando más o menos como el nivel de 1983, a dólares de 1981. Me parece que la sobrevaluación del peso entre otros aspectos, trató de evitar el dramatismo del ajuste en el consumo, pero simplemente lo estaba posponiendo; con ello el futuro será muy dramático, ya que con la globalización y el nivel de dependencia tecnológica y de financiamiento, hay muy poco espacio para evitar la caída en el consumo y, la economía de suyo, no ha sido, ni es, generadora de un gran ahorro..
La diferencia en los niveles de endeudamiento entre el año de 1994 y el de 1983, es que en 1983, representaba poco más de 90 mil millones de dólares y significaba el 80% del PIB y en 1994, la deuda total consolidada es estimada al mes de agosto en 123 mil millones de dólares que representa 35% del PIB. La sobrevaluación del peso ha permitido que el volúmen del PIB medido en dólares sea tal, que el coeficiente de endeudamiento como proporción del PIB, disminuya en casi la mitad, siendo estimado al cierre de 1994, cercano al 35%, sin embargo, con la devaluación de diciembre de 1994 y la caída del producto estimada en -7% para 1995, es muy probable que para el cierre de 1995, el coeficiente de endeudamiento como proporción del PIB, suba de nuevo.
La aplicación de los ingresos federales, por la privatización de más de 1000 empresas paraestatales, nos da un margen de maniobra de entrada, si bien poco ayudó en términos relativos al desendeudamiento global, impidió que la inercia de la deuda siguiera creciendo impulsada por la operación deficitaria de la mayoría de las paraestatales, lo que permite mantener un relativo optimismo, a pesar de la crisis que se nos presenta a principios de 1995, caracterizada fundamentalmente por una reducción en los flujos de la cuenta de capital del exterior en 1994, por relación a 1993, de poco más de 21 mil millones de dólares; la disminución en la inversión extranjera “en el mercado de valores” en 1994, en alrededor de 6,500 millones de dólares; la disminución en la reservas del BANXICO en -15,365 millones de dólares, todo ello como resultado del aumento en la tasa PRIME de 6%, en 1993 a 8.5% en 1994, 1/2 punto arriba del 8% que ofrecían los apetecibles TESOBONOS mexicanos. La fuga de capitales especulativos fue inmediata, parecía la banca internacional, una suerte de aspiradora de dólares.
El aumento de las tasas de interés prime y libor, a partir de abril de 1994, (después de la muerte de Colosio) reflejan una crisis de liquidez internacional, lo que se traduce en mayor competencia, por la captación de capitales, competencia que puede continuar en el mediano plazo y que puede provocar un ambiente más especulativo, por los rendimientos negativos en los depósitos preestablecidos en México, como el observado entre 1973 y 1991, en que el Costo Porcentual Promedio anual de captación bancaria (CPP), fué predominante menor que la tasa de inflación diciembre-diciembre en esos años.
La tasa libor, prácticamente se duplicó en 1994, al pasar de 3.19% a 6.0% y la tasa PRIME subió de 6 a 8.50%, medio punto por arriba de los atractivos tesobonos, documentos que ofrecían un rendimiento en dólares del 8% anual en 1994.
Palabras finales:
Por lo anterior, creemos que frente al nivel de déficit en la cuenta corriente, el fuerte flujo de divisas por el pago de intereses, el bajo nivel de reservas "propias" (+ - 6 mil millones de dólares en enero de 1995 SHCP) los vencimientos de tesobonos (pagaderos en dólares con una tasa de interés del 8%) colocados en 1994, por alrededor de 29 mil millones de dólares, que debe pagar el Banco Central en el muy corto plazo, hacen que el tipo de cambio promedio anual anunciado en el Programa Económico de 1995, de 4.5 x 1 dollar, puede ser solo considerado como una medida presupuestal, quizás hasta un buen deseo. Considero, que es necesario reconocer que las divisas que nos presentan son divisas caras y que no les podemos dar el trato de venderlas como si fuesen propias, considerando el nivel de endeudamiento y competitividad que presenta el país en la actualidad, en un contexto en que la influencia más acusada en el comercio internacional desde 1976, es de Asia, la de Deng Xiao Ping, no la de Mao Tse Tung.
Por ello, creemos seriamente que el tipo de cambio pudiera situarse, como límite de esa "volatilidad" previsible para los próximos 4 meses a que se ha hecho referencia, en alrededor de 8 ó 10 x 1 dólar, lo cual llevaría al salario mínimo anunciado de 15.80 a representar entre 1.57 dólares corrientes y 1 dólar de 1981, cercano a la proporción histórica de 1973, año aún distante de la vorágine del "boom petrolero". Igualmente un tipo de cambio como ese, que no tiene que ver con el esquema de devaluación del 30% que se comenta, podría eventualmente apoyar la reducción del déficit en cuenta corriente y ajustar el consumo a un nivel más conservador, propio de esta época, sobre todo, a no vender barato un dólar que no es propio, que nos lo ha prestado el Fondo Monetario Internacional, los EE.UU. o Canadá, que no ha sido generado en stricto sensu, por nuestras exportaciones petroleras, metalmecánicas, de servicios turísticos o bien del sector primario exportador incluyendo las remisiones de los braceros.
Por supuesto, que si llegase a devaluarse aún más el peso, estamos convencidos que se tendría que darse un trato solidario a los empresarios nacionales apalancados en esta moneda como ya se hizo entre 1982 y 1987, por el actual Presidente de la República Doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, por medio del entonces Fideicomiso de Cobertura de Riesgos Cambiarios (FICORCA). Creo que del fin de la segunda guerra mundial a nuestros días, la experiencia monetaria de 1983-1987, en la administración de Miguel de la Madrid, período de formación y experiencia para muchos economistas mexicanos, contiene aspectos que pueden ser recuperables. Quizás sea oportuno recordar que a los primeros días de la gestión de Miguel de la Madrid, mucha gente ya lo quería echar para abajo y resultó ser un gran presidente, le deseamos lo mismo a Ernesto Zedillo. Buena suerte.
En el sexenio que acaba de terminar, el de la administración de Carlos Salinas de Gortari, el dólar pasó de $2,287 a 3.55 nuevos pesos; apenas se devalúo 55%, "media vez"; en estos años, la apertura comercial que se llevó adelante, permitió acumular en el sexenio un déficit al cierre en cuenta corriente de 105 mil millones de dólares, sin duda el más grande déficit de toda la historia nacional, 60% del acumulado entre 1950 y 1994.
Por su parte, los salarios como proporción del PIB, lograron pasar de 25% del PIB a 27% del PIB, el salario mínimo pudo aumentar al pasar de 3.68 a 4.45 dólares corrientes y fluctúo entre 2.72 y 2.81 dólares constantes, cerrando más o menos como el nivel de 1983, a dólares de 1981. Me parece que la sobrevaluación del peso entre otros aspectos, trató de evitar el dramatismo del ajuste en el consumo, pero simplemente lo estaba posponiendo; con ello el futuro será muy dramático, ya que con la globalización y el nivel de dependencia tecnológica y de financiamiento, hay muy poco espacio para evitar la caída en el consumo y, la economía de suyo, no ha sido, ni es, generadora de un gran ahorro..
La diferencia en los niveles de endeudamiento entre el año de 1994 y el de 1983, es que en 1983, representaba poco más de 90 mil millones de dólares y significaba el 80% del PIB y en 1994, la deuda total consolidada es estimada al mes de agosto en 123 mil millones de dólares que representa 35% del PIB. La sobrevaluación del peso ha permitido que el volúmen del PIB medido en dólares sea tal, que el coeficiente de endeudamiento como proporción del PIB, disminuya en casi la mitad, siendo estimado al cierre de 1994, cercano al 35%, sin embargo, con la devaluación de diciembre de 1994 y la caída del producto estimada en -7% para 1995, es muy probable que para el cierre de 1995, el coeficiente de endeudamiento como proporción del PIB, suba de nuevo.
La aplicación de los ingresos federales, por la privatización de más de 1000 empresas paraestatales, nos da un margen de maniobra de entrada, si bien poco ayudó en términos relativos al desendeudamiento global, impidió que la inercia de la deuda siguiera creciendo impulsada por la operación deficitaria de la mayoría de las paraestatales, lo que permite mantener un relativo optimismo, a pesar de la crisis que se nos presenta a principios de 1995, caracterizada fundamentalmente por una reducción en los flujos de la cuenta de capital del exterior en 1994, por relación a 1993, de poco más de 21 mil millones de dólares; la disminución en la inversión extranjera “en el mercado de valores” en 1994, en alrededor de 6,500 millones de dólares; la disminución en la reservas del BANXICO en -15,365 millones de dólares, todo ello como resultado del aumento en la tasa PRIME de 6%, en 1993 a 8.5% en 1994, 1/2 punto arriba del 8% que ofrecían los apetecibles TESOBONOS mexicanos. La fuga de capitales especulativos fue inmediata, parecía la banca internacional, una suerte de aspiradora de dólares.
El aumento de las tasas de interés prime y libor, a partir de abril de 1994, (después de la muerte de Colosio) reflejan una crisis de liquidez internacional, lo que se traduce en mayor competencia, por la captación de capitales, competencia que puede continuar en el mediano plazo y que puede provocar un ambiente más especulativo, por los rendimientos negativos en los depósitos preestablecidos en México, como el observado entre 1973 y 1991, en que el Costo Porcentual Promedio anual de captación bancaria (CPP), fué predominante menor que la tasa de inflación diciembre-diciembre en esos años.
La tasa libor, prácticamente se duplicó en 1994, al pasar de 3.19% a 6.0% y la tasa PRIME subió de 6 a 8.50%, medio punto por arriba de los atractivos tesobonos, documentos que ofrecían un rendimiento en dólares del 8% anual en 1994.
Palabras finales:
Por lo anterior, creemos que frente al nivel de déficit en la cuenta corriente, el fuerte flujo de divisas por el pago de intereses, el bajo nivel de reservas "propias" (+ - 6 mil millones de dólares en enero de 1995 SHCP) los vencimientos de tesobonos (pagaderos en dólares con una tasa de interés del 8%) colocados en 1994, por alrededor de 29 mil millones de dólares, que debe pagar el Banco Central en el muy corto plazo, hacen que el tipo de cambio promedio anual anunciado en el Programa Económico de 1995, de 4.5 x 1 dollar, puede ser solo considerado como una medida presupuestal, quizás hasta un buen deseo. Considero, que es necesario reconocer que las divisas que nos presentan son divisas caras y que no les podemos dar el trato de venderlas como si fuesen propias, considerando el nivel de endeudamiento y competitividad que presenta el país en la actualidad, en un contexto en que la influencia más acusada en el comercio internacional desde 1976, es de Asia, la de Deng Xiao Ping, no la de Mao Tse Tung.
Por ello, creemos seriamente que el tipo de cambio pudiera situarse, como límite de esa "volatilidad" previsible para los próximos 4 meses a que se ha hecho referencia, en alrededor de 8 ó 10 x 1 dólar, lo cual llevaría al salario mínimo anunciado de 15.80 a representar entre 1.57 dólares corrientes y 1 dólar de 1981, cercano a la proporción histórica de 1973, año aún distante de la vorágine del "boom petrolero". Igualmente un tipo de cambio como ese, que no tiene que ver con el esquema de devaluación del 30% que se comenta, podría eventualmente apoyar la reducción del déficit en cuenta corriente y ajustar el consumo a un nivel más conservador, propio de esta época, sobre todo, a no vender barato un dólar que no es propio, que nos lo ha prestado el Fondo Monetario Internacional, los EE.UU. o Canadá, que no ha sido generado en stricto sensu, por nuestras exportaciones petroleras, metalmecánicas, de servicios turísticos o bien del sector primario exportador incluyendo las remisiones de los braceros.
Por supuesto, que si llegase a devaluarse aún más el peso, estamos convencidos que se tendría que darse un trato solidario a los empresarios nacionales apalancados en esta moneda como ya se hizo entre 1982 y 1987, por el actual Presidente de la República Doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, por medio del entonces Fideicomiso de Cobertura de Riesgos Cambiarios (FICORCA). Creo que del fin de la segunda guerra mundial a nuestros días, la experiencia monetaria de 1983-1987, en la administración de Miguel de la Madrid, período de formación y experiencia para muchos economistas mexicanos, contiene aspectos que pueden ser recuperables. Quizás sea oportuno recordar que a los primeros días de la gestión de Miguel de la Madrid, mucha gente ya lo quería echar para abajo y resultó ser un gran presidente, le deseamos lo mismo a Ernesto Zedillo. Buena suerte.
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