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lunes, 10 de enero de 2011

México: Desarrollo Económico e Infraestructura

Excélsior, Financiera, 21 de noviembre de 1988

Introducción

A continuación se realiza un análisis de como y en que medida se ha venido financiando el desarrollo de la infraestructura de comunicaciones y transportes en México, con énfasis en el sector coordinado por la Secretaría de Comunicaciones y transportes, así como algunos de sus efectos laterales deseados y no deseados en el desarrollo económico del país, ya que este ha sido uno de los sectores a donde el Estado ha canalizado un volumen considerable de recursos tanto fiscales como crediticios en los últimos 30 años (1962-1987).

La interdependencia de la economía mundial, los diferentes y contrastantes niveles de desarrollo que hoy presenta el globo, particularmente entre las zonas templadas húmedas, las tropicales húmedas y las desertificadas, han venido junto con la explosión demográfica de la sociedad industrial del siglo XX y la globalización a determinar una de las crisis de liquidez más profundas y complejas del presente siglo, generando una disminución en el financiamiento de la infraestructura básica en la mayoría de los países en proceso de desarrollo.

En términos generales, se considera que en ningún país del mundo en el siglo XX, excepción hecha de los 22,145 kmts 2, del Estado de Israel, ha tenido el sector adinerado de la población, recursos disponibles como para volver dinámica una economía estancada, los recursos generalmente han provenido del ahorro interno, donde el sector primario hace una contribución importante como "ahorrador forzoso", (V.I Ulianov (a) Lenin) ya que sin un excedente económico del sector agropecuario, es muy difícil que se puedan desarrollar y ampliar los sectores de transformación y servicios (incluyendo los financieros), así como del Comercio Exterior, sin generar desequilibrios estructurales al consumir más de lo que se produce, o bien importar más de lo que se exporta. De ahí la importancia estratégica de la infraestructura básica (hidráulica, comunicaciones y de transportes), pues permite con la penetración y desarrollo de las relaciones de mercado, la transformación de las sociedades tradicionales de subsistencia, a fin de volverlas sociedades excedentarias; como única vía, para desaparecer la marginación y la pobreza

Las zonas de mayor desarrollo económico expansivo, del mundo son las zonas húmedas de clima templado, ahí se encuentra el grupo de “los siete” países mas industrializados del mundo, que con el 12% de la población mundial produce el 68% del PIB mundial en 1991; la mayor área de todas ellas es casualmente la zona noreste de los Estados Unidos y sureste de Canadá, países que producen alrededor del 30% del PIB, con apenas el 5.2% de la población mundial, esta zona del noreste de los EE.UU. sirvió de asentamiento originalmente para la colonización de Norteamérica, para después orientarse hacia el oeste de los EE.UU. y el norte de México. Le sigue en importancia el área húmeda templada de Europa que produce el 23% del PIB mundial con el 4.76% de la población y la parte norte de España, país que produce el 2.3% del PIB mundial con el 0.7% de la población, en tercer lugar se encuentra la zona templada húmeda del territorio de Japón, que con 2.33% de la población produce el 15% del PIB mundial, superado en productividad solo por Suiza.

México se encuentra alrededor de la zona de los trópicos, por ello su latitud se encuentra a la altura de donde se localiza el 75% de las zonas áridas del mundo, tiene un PIB que ocupa en 1991, el 16o lugar a nivel mundial, su producto interno bruto en ese año, según el Banco Mundial es de 252.4 mil millones de dólares el 1.2% del PIB mundial que puede representar el 4.4% del PIB de los EE.UU. y el 44% del de Canadá, lo anterior, con el 1.6% de la población mundial y una superficie continental de 1´967,183 km2, de ahí la importancia estratégica de la infraestructura hidráulica de comunicaciones y transportes en este país, no solo en Mesoamérica, considerada un ecosistema de zona tropical húmeda por excelencia, que contiene a la meseta templada, sino también la parte interna de las dos sierras conocida como Árido-américa la cual con aproximadamente 13 entidades federativas representa el 60% del territorio nacional, el 29.5% de la población y generó entre 1970-1988, en promedio el 28.7% del PIB nacional., Mesoamérica Baja, con 13 entidades, comprende el 35.8% del territorio, tiene el 41.34% de la población y generó en igual período el 28% del PIB nacional. Por último la meseta templada, contiene 6 entidades con el 4.40% de la superficie de la república, con el 32.10% de población y genera el 43.31% del PIB nacional. El promedio nacional de ingreso percápita de México en 1991, es de 2,763 dólares, el de Árido américa de 2,888, el de Mesoamérica 2639, Alta 3,089, Baja 2,268 y solo el Distrito Federal tiene un ingreso percápita de 8,314 dólares con el 0.1% del territorio y el 10.20% de población;  la CDMX tiene la densidad demográfica más alta del mundo con 5,500 habitantes promedio por km2,


Antecedentes.

Aunque no se pretende hacer un análisis histórico desde 1910, es necesario hacer algunas referencias y establecer algunos parámetros de comparación, de donde partir, los cuales resultan obligados para el análisis de coyuntura, 1983-1994, por ello se hará a grandes saltos un breve pero necesario repaso: a) del arranque del siglo a la guerra , b) de la posguerra a la crisis de la guerra fría en 1960, c) de la Alianza Para el Progreso al “boom petrolero”, para tratar en un apartado final de la Reforma del Estado en 1983, a nuestros días 1988.

"Oiga General, pero y la Ley de la Oferta y la Demanda".
"Esa la vamos a abrogar"...

La Laguna..
Provincia Mexicana, 1936.

A) 1910-1940.

A partir de 1920, terminada la etapa armada de la Revolución Mexicana emprendida por Árido américa, la Política Económica de los gobiernos militares favorecieron fundamentalmente el desarrollo de la infraestructura de caminos, lo cual se pudo hacer a costos muy bajos puesto que el salario mínimo fué establecido hasta mediados de los años 30's, durante el transcurso de lo que se ha dado en llamar la 2a Revolución Mexicana, la de Mesoamérica.

De esta forma para 1940, la capacidad de almacenamiento de agua llegó a ser de 5,207 millones de M3. Las obras de riego con que contaba el país en 1910, cubría efectivamente 700 mil hectáreas pero eran obras muy defectuosas; para 1940, y particularmente a raíz del impulso de la estabilidad política lograda con el Presidente Calles a partir de 1925, las áreas beneficiadas con obras nuevas de irrigación llegaron a ser de 271 mil hectáreas, cerca de un 40% adicional a lo existente en 1910. Los caminos, también reciben un impulso inicial en 1920, con la carretera México-Pachuca, sin embargo, es hasta 1930, que arranca verdaderamente su desarrollo con la construcción de 1,500 Km. para alcanzar en 1940, una longitud de 4,781 Km. de carreteras federales.

El ferrocarril pasó de 19.7 mil Km. en 1910, a 23.0 mil Km. en 1940, o sea 17% más, alcanzando a "rehabilitar" 5.2 mil Km. lo que significó el 23% de la red, la cual se encontraba muy deteriorada por el nivel de explotación del intensivo tercer tercio del siglo XIX, el uso destructivo de la Revolución, y la primera guerra mundial, además del incremento de las operaciones al estabilizarse nuevamente el país a finales de los años 20's.

La infraestructura portuaria entre 1920 y 1930, también refleja la recuperación de las operaciones y la estabilidad política de estos años, ya que los rompeolas pasan de 5.1 mil ML a 7.1 mil ML, esto es 39%.

Por su parte, la población pasó de 14.3 millones en 1920 a 19.6 millones en 1940, que implica una tasa media anual de crecimiento de 1.6%, además la sociedad mexicana seguía permaneciendo en sus lugares de origen en un ambiente tradicional de gran arraigo regional y poca movilidad.

Prácticamente en todos estos años no se hizo uso del crédito para financiar los programas de infraestructura básica, incluso en 1923, (Obregón-Bucareli) se redocumentaron los adeudos con los EEUU por los daños sufridos en la revolución; el sector privado participaba lateralmente en su financiamiento, desarrollo y operación. La participación de las comunicaciones y los transportes, en la composición del producto interno bruto (PIB), entre 1900 y 1940 pasó del 2.0% al 2.6%

B) De la 2a Guerra a la Crisis de la Guerra Fría, 1940-1960.

Este es un período muy afortunado en el desarrollo económico y de la infraestructura de las comunicaciones y los transportes en México, ya. que obtuvo realizaciones muy importantes a bajos costos y sin prácticamente deuda.

Se habla ya no de la "reconstrucción" del país, sino nuevamente, como en la época de la reforma en el siglo XIX, de la "modernización". Lo anterior se presenta en medio de una coyuntura externa muy favorable; por un lado, el problema del costo financiero fue resuelto como nunca en la historia de este país, a ello ayudó mucho la reducción de pagos de la deuda por la condonación de los adeudos con el país del norte, del 80% de la deuda en 1942, con motivo del ingreso de México a la guerra al lado de los EEUU, buena parte de los adeudos, eran por afectaciones a los norteamericanos, con  motivo del movimiento armado entre 1910-1920, que se venían negociando, desde la época de Venustiano Carranza en 1917 y con Álvaro Obregón en 1923.

Con motivo del estallido de la segunda guerra mundial, se dio un acercamiento entre México y los Estados Unidos, con lo cual entre 1942 y 1943, se arreglará buena parte de la deuda externa reduciendo el monto del principal 80%, a una quinta parte; lo anterior, reflejó el gran interés que a partir de ese momento mostrarían las políticas de cooperación entre México y los EE.UU. cuando la guerra se acercaba a su desenlace y se comenzaba a entrever el promisorio panorama económico de la posguerra. México entró a la guerra al lado de los EEUU y obtuvo varios beneficios por ello: 1) Condonación de deudas, 2) tratado de braceros, 3) transferencia de equipo militar, 4) donación de equipos de telecomunicaciones (telex), 5) Acuerdo de exportación de goma al frente, entre los más significativos. 

Por otro lado, el desarrollo del período precedente en materia hidráulica y de caminos, posibilitaba al país para en este ambiente de acercamiento y colaboración de entreguerra, recibir un fuerte volumen de inversiones directas extranjeras en industrias de exportación, lo cual dinamiza el empleo y el crecimiento del producto interno, en un ambiente de gran nacionalismo al haber rescatado para el país desde 1938, los renglones estratégicos que requería el desarrollo industrial en ese momento, como pudo ser la expropiación petrolera y, a partir de 1946 acelerar, si bien, con el auxilio del crédito externo. la construcción de la infraestructura hidráulica.

México se encontraba en una posición cómoda, ya que además de ser un cuasi monopolio de exportación internacional de materias primas y manufacturas; los EE.UU. no ofrecían demasiadas restricciones y aún brindaba un tratamiento preferencial, Europa y Asia prácticamente no competían, además México podía aun exportar con altos aranceles hasta todavía entrado el año de 1943, en que los ingresos federales derivados de la exportación llegó a representar el 16%, la mayor participación del siglo XX, situación que favoreció el financiamiento público autónomo y no inflacionario, para poder continuar con el desarrollo de la infraestructura para el transporte y las comunicaciones sin prácticamente deuda, ni un gran déficit comercial con el exterior, en medio de un proceso de "sustitución de importaciones" el cual se planteó con el mejor ánimo nacionalista de aumentar el consumo interno de artículos de consumo doméstico duradero (línea blanca) a partir de la producción nacional de ellos, en lugar de importarlos, los cuales con el desarrollo tecnológico alcanzado, por una etapa militarista muy prolongada, se podían ya empezar a incorporar a la sociedad tradicional en nuestro país.

Buena parte de la depresión del 29, fue por la prolongación de los valores de un liberalismo económico agotado,  que propiciaba falta de desarrollo del mercado interno, ello aunado a la aparición de una guerra de aranceles de tipo proteccionista, paralizó en un momento dado la realización de la producción industrial, Por ello el salario mínimo, que apareciera como parte de las reformas de 1936, en apoyo del desarrollo del mercado interno, pasó de $1.52 diario en 1940 a $8.13 en 1960, que considerando las cotizaciones respectivas del dólar equivalía a pasar de US 31 centavos de dólar en 1940 a US 65 centavos de dólar diario en 1960, representando una tasa media anual de crecimiento (TMAC) de 3.7%, por su parte el PIB (a precios constantes de 1970), lo hizo al 6%. Ello estimuló el mercado interno, que sin embargo, en estas condiciones tan favorables de la posguerra para las exportaciones, permitió que el consumo se rezagara 38% del crecimiento del producto interno bruto (PIB), con lo cual, había ahorro suficiente para la modernización y el equipamiento industrial sin generar desequilibrios estructurales en el financiamiento del desarrollo.

El ahorro interno, base del 
crecimiento self-sustained.

Infraestructura Básica.

De esta forma, se pudo financiar la formación de capital en México, sin recurrir substancialmente al endeudamiento, todavía en 1958, únicamente el 10.3% de los ingresos federales provenían de préstamos y financiamientos. En este contexto la capacidad de almacenamiento de agua,  creció poco más de 4 "veces", al pasar de 5.2 a 21.3 millones de M3, representando una tasa media anual de crecimiento de 7.3% anual a lo largo de 20 años, crecimiento en el que los programas hidráulicos del alemanismo, tuvieron una alta participación.

Las carreteras asfaltadas y autopistas, ligadas a la industria automotriz norteamericana, proporcionalmente crecieron más que la infraestructura hidráulica,  ya que creció poco más de 5.5 veces, al pasar de 4,800 a 27,000 kms, representando una tasa media anual de crecimiento de 9%.

Los efectos en la generación de energía eléctrica y el desarrollo de la capacidad nominal de refinación de petróleo fueron muy próximos a lo observado en el desarrollo hidráulico y caminero, ya que la capacidad instalada de generación de energía eléctrica crecía casi 4.5 veces al pasar de 681 a 3058 megawatts, reflejando una tasa media de crecimiento de 7.8% anual, por su parte la capacidad nominal de refinación de petróleo crecía 3.25 veces, al pasar de 141.4 a 459.4 millones de barriles al día, representando una tasa media anual de crecimiento de 6.1%.

Transportes y comunicaciones

Los transportes y las comunicaciones también corrían paralelos con tasas entre el 4.5% y 10% anual. En el caso del autotransporte, tuvo un impulso importante durante el conflicto bélico, ya que por instrucciones del entonces Presidente de la República Manuel Ávila Camacho, se daba autorización a particulares para que brindaran el servicio de transporte de carga hacia EE.UU, el cual se había incrementado substancialmente por la guerra.

El camión de carga, en estos veinte años crecía en promedio anual 10.2%, el de carga y pasaje 9.5% y el camión de pasajeros 4.8%. Por su parte los autos, motocicletas y bicicletas crecían 8.6%, 9.3% y 9.7% respectivamente. El siglo XX se presenta como el siglo de la industria automotriz, tanto como el siglo XIX lo fue del ferrocarril.

La nacionalización de los ferrocarriles en 1936, no arrojaron resultados totalmente favorables, desde un punto de vista práctico, ya que por problemas financieros y bajas tarifas, requerían muchos subsidios y aportaciones a fondo perdido,  no se desarrollan armónicamente desde entonces, en relación a los otros modos de transporte, sobre todo frente a la dinámica del transporte carretero. De esta forma la red ferroviaria creció únicamente 400 km, pero se rehabilitó casi el 90% de la red, que hay que reconocerlo, era casi hacerlo de nuevo. La fuerza tractiva pasó de 18.8 a 23 millones de caballos de fuerza, que representa un crecimiento anual de 4.9%. De esta forma pudo atender, si bien con menos locomotoras y menos equipo de arrastre y de pasajeros, un crecimiento de más del 145 % de toneladas, al pasar de 5.7 a 14 millones de toneladas con una tasa de crecimiento de 4.5% anual; por su parte los pasajeros-km pasaron de 1.86 a 4.13 millones de pasajeros que representa una tasa media del 4%. Lo hacía aun con tecnología de vapor predominantemente, con la cual ya tenían casi un siglo de operar y aunque ya era autosuficiente tecnológicamente, el diesel, como hoy la energía eléctrica, volvía obsoleta el equipamiento y la propia infraestructura aceleradamente. Hubo de reconstruirse toda la red, ya que para el diesel, la vía era mas ancha.

El transporte aéreo, que es el medio de transporte más moderno y rápido prácticamente nace en 1940, si bien ya había operaciones comerciales desde 1924, con el antecedente de la Compañía Mexicana de Aviación (Pan American) y en 1936 con el antecedente de AEROMEXICO (GUEST). De ahí que sea muy dinámico su crecimiento, además en este período se caracterizó por una operación y una infraestructura orientada al pistón, la cual en relación a la que necesita el turborreactor de los años '60 requiere de exhibiciones menores por equipo, razón por la cual participaban en la aviación numerosos operadores privados. Las Aeropistas llegaron a 850, las pistas federales a 26, los aviones registrados en el Departamento de Aeronáutica Civil a 1,419, las operaciones fueron alrededor de 250 mil, los pasajeros transportados 1.8 millones y la carga 72,100 toneladas. Las Aeropistas, los pasajeros y la carga transportados crecieron a tasas de crecimiento superiores al 10% anual, tasas propias de su reciente aparición, como más tarde las comunicaciones vía satélite.

En lo que respecta a obras marítimas, los avances también fueron significativos, ya que el comercio exterior fue tan próspero en la post guerra, que permitió el desarrollo de la base fundamental de la infraestructura portuaria nacional con 13 puertos, de esta suerte los rompeolas crecieron 39%, las escolleras 22%, los espigones 107%, los muelles de atraque de altura 79%, de cabotaje 120%, los patios 177%, los cobertizos 100% y las bodegas 191%. El total de la carga creció 114% si bien el movimiento de pasajeros descendía 74% en estos años, por el impulso de los otros modos de transporte, como el auto transporte, el ferrocarril y el avión, así como el gran cambio de orientación que tuvo México hacia las relaciones comerciales, industriales, de turismo y de negocios con Norteamérica y ya no predominantemente con Europa.

Las comunicaciones, reflejaron este momento modernizador con gran crecimiento, ya que la infraestructura medida en las oficinas de correo, que por supuesto es uno de los servicios federales más antiguos, crecieron 23%, al pasar de 3804 a 4699 oficinas; en estos años, la longitud de línea "desarrollada" del telégrafo que había crecido 48% entre 1910-1940, crecía todavía 15% adicional al pasar de 110 a 127 mil kilómetros, por su parte los aparatos de teléfono crecieron 196%, ya en el período precedente de 1910-1940 habían crecido 1,336%, con ello su crecimiento junto con el de la correspondencia y los mensajes telegráficos crecieron anualmente 5.6%, 5.5% y 5.4% respectivamente entre 1940 y 1960.

La participación del sector comunicaciones y transportes en el producto interno bruto del país mantenía su tendencia de crecimiento observada en el período precedente ya que pasó de 2.6% en 1940 a 3.3% en 1960, lo cual reflejaba la disminución de 2 puntos del sector agropecuario al pasar de 19.2% a 17.1% así como el incremento de 5 puntos en el sector de transformación al pasar de 15.5% a 20.4%.

La población pasó de 20 a 35 millones de habitantes, si bien a partir de 1960 el proceso acelerado de urbanización permitió que la población urbana superará por primera vez a la rural. El producto interno bruto a precios constantes de 1980, creció en promedio anual 6.0%, mientras que el crecimiento de los salarios mínimos promedio de la República Mexicana en dólares creció 4.3%, manteniendo un crecimiento en el consumo menor al crecimiento del producto, con ello el ahorro y el equipamiento aumentó sin necesidad de endeudamiento federal, mismo que para 1961, prácticamente había desaparecido, pues  representó el 0.15% del PIB.

Termina así un período de gran dinamismo y tranquilidad política para el país, donde a pesar de la influencia externa, ella se puede considerar, en esta perspectiva aun como marginal, ya que el país pudo crecer fundamentalmente en base a su ahorro interno y con políticas que si bien buscaban modernizarlo, todavía mostraban un fuerte contenido nacionalista a través del mantenimiento de políticas de “sustitución de importaciones”, con el apoyo de un tipo de cambio con poca sobrevaluación de 1946 a 1962, si bien el arribo del desarrollo estabilizador después de la devaluación de 1954, sentó las bases del aumento invisible y profundo de la dependencia comercial, tecnológica, financiera, así como dramáticamente, de productos básicos a partir de 1965.

“Pero en el ámbito donde los caracteres nacionales difieren, incorporándose algunos al avance económico de manera crítica, mientras otros se mantienen ajenos al mismo y en el que las pequeñas diferencias en los usos culturales pueden producir grandes diferencias en su trascendencia económica, el economista se haya indefenso ante este problema de desarrollo”.

Charles P. Kindleberger, 1958.
Massachusetts Institute of Technology. (MIT)


C) De la Alianza para el Progreso al Boom Petrolero 1960-1980

La mayoría de los estudios sobre el desarrollo económico a partir de los años 60' daban como parteaguas del mismo a los años 40' y la 2a guerra mundial, se hablaba entonces de que la entrada de México al siglo XX, se había dado en 1940, pues sus indicadores no eran muy diferentes que los de principios de siglo. Hoy, sin embargo, que está a punto de acabar el siglo, es importante destacar que el verdadero parte aguas de la historia económica del siglo XX, son los años 60', coincidente con la primera gran crisis de la guerra fría de los años 1957-1963.

El período de la posguerra y sus posibilidades de desarrollo en términos de alto nivel de empleo, baja tasa de interés, altos aranceles y exportación sin prácticamente resistencias externas, (preferencias arancelarias con EEUU) duró más o menos del fin de la segunda guerra a la primera exposición tecnológica alemana fuera de su territorio después de la guerra, allá por los terrenos de Ciudad Universitaria en México D.F., a finales de 1953, con lo que se hablaba en apenas 6 años de terminada la guerra del "milagro alemán", el cual empezaba a eclipsar al llamado "milagro mexicano"; igualmente, el sputnik soviético de 1957, aventajaba militarmente a los EE.UU, con ello daba fin un período de predominio armamentístico de los norteamericanos en el terreno nuclear y a toda una época en la cual, como ha dicho Herbert H. Grubel, los Estados Unidos de Norteamérica se habían llegado a constituir en el "banquero mundial", al detentar casi en calidad de botín de guerra, más del 70% de las reservas de oro de occidente y haberse expandido en calidad de triunfador del conflicto (no en términos de territorio, ahí la URSS, predominó) a través de la exportación de tecnología y créditos a Europa y Japón en base al Plan Marshall. La crisis de la guerra fría, pone fin al período expansivo de Norteamérica de la posguerra, ya que con lo anterior llegaba a su fin el Plan Marshall, representando la primera gran crisis desde el término de la 2a Guerra Mundial.

Por ello, entre 1957 y 1963, la coyuntura nuclear, que representó el lanzamiento del sputnik, contextualiza y explica aspectos políticos del período como pueden ser: la revolución cubana, los movimientos políticos obreros y campesinos en México, como puede ser el Movimiento de Liberación Nacional y el asesinato de Jaramillo y John F. Kennedy, constituyéndose este momento como el inicio, la exégesis en gran medida, de la crisis que presenta América entera, hoy en día, pero particularmente, América Latina como deudora y América del Norte como acreedora, 30 años después de la depresión de 1928 y hoy, 30 años después de coyuntura de los años ´60, verdadero parte aguas del siglo XX.

El excedente de capital financiero que liberará EE.UU. al darse la recuperación europea, a principios de los años '60, se orientará hacia América Latina vía créditos. Sucedía lo siguiente: si los EE.UU. aplicaban esos stocks financieros remanentes, a su economía, sin que creciera, le generaría inflación e ineficiencia, por ello planteó la "Alianza para el Progreso" (ALPRO), como una forma de aplicar sus excedentes financieros en el exterior y permitir que creciera su economía al transnacionalizarse y expandirse aún más, sin riesgos para su desarrollo económico y social interno.

En México, la recuperación europea y la crisis norteamericana de 1957-1961 repercutieron de múltiples formas; así,  la tasa de crecimiento nacional se desaceleró a finales de los años '50, por lo que bajo la Presidencia de Adolfo López Mateos, no se vió con tan malos ojos aceptar un incremento del financiamiento externo (Ortiz Mena/ Urquidi)  para el desarrollo ofrecido por los EE.UU. en la Reunión de Punta del Este en 1961...

La estructura agraria a-capitalista, colectivismo ejidal filo koljos leninista,  como la insuficiencia del ahorro interno de la economía tradicional de México (subsistencia) y la oferta del crédito externo a "bajas tasas de interés" permitieron la expansión en los años '60, del ensamble de distintas industrias en el país, como preludio de las maquiladoras en los '70, y una contracción mayor en las posibilidades del capital privado nacional de aumentar su participación y su escala de producción en base al limitado mercado interno, más aún, con la presencia de un dólar relativamente “barato” desde 1962 y una acentuada tendencia a la centralización en el gobierno de las actividades económicas.

En estas condiciones, se regresaba nuevamente a atender las necesidades de materias primas de la metrópoli, pero además reduciendo aranceles y planeando ya, la eliminación de la doble tributación a nivel internacional en el seno de la Asociación Latino Americana de Libre Comercio, o sea, no solo se retoma el rol de proveedor de materias primas, sino también adquirimos el de mercado emergente, capaz de ayudar a paliar las crisis de sobre producción del norte; el nivel de empleo en un campo que se estancaba, caía en México y con ello re-surgía con fuerza el braserismo hacia los EE.UU., con lo cual para 1958, como resultado de las medidas "estabilizadoras" emprendidas por el gobierno del presidente Adolfo Ruíz Cortines, como la contracción en el ritmo de crecimiento del salario mínimo a partir de 1952 y la devaluación de 1954, que llevaba al peso a $12.50 por 1 dólar, generaron encono y malestar social particularmente entre militares, maestros, ferrocarrileros y telegrafistas, de manera coincidente con lo que hemos denominado la primera gran crisis de la guerra fría y del gobierno de la revolución.

El Gobierno de Adolfo López Mateos, tenía que buscar soluciones, para resolver esta nueva depresión que se le presentaba al país, y al mismo tiempo mantener el nivel de precios que con motivo de la devaluación de 1954, y las presiones del grupo militar (surgió así el PARM) se había comprometido la administración, además, a fin de desarrollar al mercado de capitales nacionales se había propuesto dar facilidades de exención de impuestos tanto en la importación de procesos completos de producción (existía la llamada "Regla 14") para la instalación de nuevos centros de producción, para lo cual ofreció estímulos fiscales, concesiones y facilidades.

El peso había iniciado desde el fin de la 2a guerra mundial en 1946, un largo proceso de sobrevaluación monetaria, que se va a acentuar a partir de 1962 y hasta 1994, con la excepción del período 1982-1988, en que por los ajustes al tipo de cambio, realizados con la administración de Miguel De la Madrid, la balanza comercial arrojaría, como veremos más adelante, saldos superavitarios con el exterior, muy importantes.

El mantenimiento del tipo de cambio estable y sobre valuado, del "desarrollo estabilizador". alimentó la estrechez del mercado interno, ya que estimulaba la importación en deterioro del empleo y el mercado interno, dificultando la utilización de escalas de producción más amplias y poder competir con costos bajos. La insuficiencia de la demanda interna, en esas condiciones, aunada a una demanda decreciente de nuestros productos en el exterior y la centralización del riesgo de la inversión y el autoritarismo político, desalentaba la inversión privada, la cual al reducir su ritmo de crecimiento, de utilidades y de participación en lo salarios, llevó al Estado a participar más activamente en la vida económica nacional pero a cuenta del crédito, ya que los ingresos fiscales no tenían ya, el dinamismo de años anteriores.

Pese a ello, por el tipo de orientación que predominantemente se le dio a los créditos hacia la infraestructura de comunicaciones, transportes y con mucho a la electricidad se pudo estimular el desarrollo del llamado "grupo constructor", destacándose entre otras empresas, de manera relevante, el grupo Ingenieros Civiles Asociados, ICA.

En el caso de las comunicaciones y los transportes se suman al Sector Paraestatal alrededor de los años '60 empresas como AEROMEXICO, TELMEX, CAPUFE y ASA, pues ya previamente los correos y los telégrafos formaban parte de la administración pública y desde 1936, se habían integrado los ferrocarriles.

Además, en el espíritu de la conformación del Estado Mexicano de aquella época, de conformidad con el artículo 25 Constitucional debía fomentarse el empleo y el crecimiento; lo anterior, dentro de la administración por objetivos, podemos decir que estaba correctamente definido, en cambio, no precisaba de igual manera los medios, esto es: si  a crédito, o con recursos propios, con emisión de moneda fiduciaria, con financiamiento no inflacionario, o bien a pesar de que estos pudiesen representar empleos subsidiados a crédito y con una productividad marginal negativa.

Es de hacerse notar, que el inconveniente de la intervención del Estado en estas condiciones, fue que se realizó aun con la colectivización en el campo, por lo que se requería del apoyo de recursos externos y no con ahorro interno; éste se consideraba y era insuficiente para el llamado desarrollo estabilizador, y por ello se consideraba natural, como “parte del costo del desarrollo” y que a la distancia representa “parte del costo de la crisis”, que se presentó a partir de 1983.

Igual que en 1942, cuando se canceló el 80% de la deuda y se pudieron abrir nuevos pasivos, entre 1962 y 1963, fue tan exitoso el desarrollo precedente que se pudo liquidar la totalidad de la "deuda vieja" al tiempo que se abrían nuevos pasivos, que los norteamericanos estaban ofertando en la ALPRO.

Se puede observar que el gran impulso a la economía mexicana a partir de 1942, lo dio la reducción de la deuda y el triunfo de la guerra; como en los sesenta, lo fue la crisis de la guerra fría y el aumento de las posibilidades de financiamiento de la ALPRO. La guerra sigue siendo, hasta aquí la balización fundamental de la periodización de la historia.

Por otro lado, en base al esquema de "economía mixta", ni con dios ni con el diablo, que adopta México, desde el inicio de los Gobiernos Revolucionarios,  orientó la acción del Estado fundamentalmente sobre un esquema de "obra pública", generadora de empleo, aprovechando el costo y abundancia de la mano de obra como las ofertas de crédito que en ese momento ofrecía EE.UU. bajo el esquema de la ALPRO a los países latinoamericanos, con el excedente de capitales generados en EE.UU. al fin del Plan Marshall.

De esta forma, el surgimiento de una economía socialista en Cuba; Europa iniciaba la liberación gradual de su economía del dólar y América Latina acelera su centralismo en medio de un proceso de estatificación, pero, dependiente del crédito y sobrevaluación de sus monedas; así los estados de la región, excepción hecha de Cuba, apoyada por la URSS,  recibían "créditos atados", justo para las obras que requería la expansión multinacional de la industria norteamericana, para su redespliegue industrial, hacia el subcontinente continente, como advirtiera Jean Jacques Servan Schreiber en 1967, en "El Desafío Americano".

El aumento de los financiamientos hacia América Latina, generó una renovación en las concepciones propias de la administración pública, estableciéndose a lo largo de todo el subcontinente iberoamericano en los años cincuenta y sesenta escuelas e institutos de enseñanza superior, donde se daba adiestramiento relativo a la administración pública y la evaluación de proyectos; por lo que respecta a México, en 1958, el centralismo se acentuaba, paralelamente con la creación de la Secretaría de la Presidencia de la República, que contenía a la Dirección General de Estudios Administrativos, se estableció el estudio de la Carrera de Administración Pública en la Facultad de Ciencias Políticas en la UNAM; el “presupuesto por programas”, era materia obligada desde 1958, se consideraba, como la expresión más acabada del control presupuestal y de las inversiones públicas, lo cual obedecía a las necesidades de mejora administrativa, en el contexto de los financiamientos para el desarrollo, que explica parcialmente junto con el aumento de las tasas de interés y la crisis de liquidez de esa época, los esfuerzos y estudios sobre la reforma administrativa en la primera mitad de los setenta, homólogamente que las reformas borbónicas del 1700.

Los “cameralistas” franceses del siglo XVIII, se pueden considerar el antecedente más remoto de la administración pública moderna, se ubican en 1760, entre el fin del mercantilismo y el liberalismo; integraron elementos de la organización militar como plana mayor, mandos medios, staff, director general, director coronel; coordinador, sub, apoyo administrativo, apoyo técnico, que seguramente pusieron en práctica las corrientes denominadas “científicas”, muy en boga en todo el mundo, como los “comunistas científicos”, que influyeron en los “jacobinos científicos” de la 2a mitad del XIX en México, que de alguna forma continuaron la obra de reforma de la secularización del Estado, y que la típica expresión “mucha administración y poca política” (que los gobiernos populistas invierten) parece definir claramente la forma como entendían nuestros antepasados weberianos a la administración, como un “espacio neutro” de las instituciones políticas del Estado, cuando las influencias más vivas de la administración pública eran aún el centralismo, con el antecedente de las organizaciones militares y el clero.

A principio del siglo XX, la teoría de sistemas de Henry Fayol, que impactó los trabajos de la industria automotriz norteamericana y la organización científica del trabajo, de los años 20 con Frederick W Taylor a la cabeza, repercutió en la metodología de la ciencias sociales, particularmente de la historia por los años ´30 de la gran depresión y con ello apareció la Escuela de los Annales con exponentes como Marc Bloch, Fernand Braudel, H. Pirenne, E.J. Hamilton y Pierre Vilar, para más tarde en los ´40, impactar a la escuela económica, por los estudios de planeación para la optimización de los recursos en la segunda guerra, con los trabajos de Vasily Leontieff; así pasamos del análisis “sistémico” y la “matriz procesadora o caja negra” de recursos humanos materiales y financieros de la teoría administrativa, a la “matriz de insumo producto” y la planeación en la sociedad industrial.

En nuestros días, la influencia más evidente de la administración pública son los sectores más modernos y dinámicos que dentro de la globalización están representados por los sistemas de gestión de las grandes empresas privadas, holdings, trust, consorcios, y los sistemas gerenciales que operan en sociedades como la industria automotriz (L.A. Iacocca), la de cómputo y satelital o el sector financiero. El concepto moderno de la administración pública en México ha evolucionado para considerarse después de las experiencias de la primera mitad del siglo XX, no como un "espacio neutro", sino como “la política en acción", dijo Alejandro Carrillo Castro.

En este orden de ideas en México, los créditos para el Programa Nacional Carretero de 1963, corrían paralelamente al despliegue de las ensambladoras de la industria automotriz; por su parte, el Programa Nacional de Aeropuertos en 1964, que ya discutía la localización del NAICM, favoreció a su vez, la apertura de líneas de crédito para la compra de equipos turborreactores del transporte aéreo, como los DC 8, consumidores de mucho combustible...; los créditos para la rehabilitación y modernización de la red férrea, utilizando tecnología propia de la segunda guerra mundial, permitieron la importación de equipos diesel; la nacionalización de la industria eléctrica y telefónica, permitieron que el desarrollo tecnológico alcanzado en la guerra, permea hacia las industrias correspondientes, con una gran dependencia del exterior.

El crédito de la ALPRO, sirvió al centralismo del Estado Mexicano, para abatir la recesión y dinamizar el crecimiento económico y el empleo, pero se aumentó la dependencia tecnológica, económica y, al no devaluar la moneda, se creció sin inflación, con bajos intereses y elevando aceleradamente el consumo por encima del crecimiento del PIB,  hasta 1981, En los años 70,  países como Japón mantenían “crecimiento cero”, como respuesta a la crisis de los energéticos; con ello se desarrolló en México en los ´60 y ´70, una falsa economía del bienestar con un número indiscriminado de subsidios al consumo con apoyo del crédito externo.

Desde el punto de vista de la productividad de la población económicamente activa, logró continuar creciendo en la década de los ‘60, el sistema económico aparentemente aumentaba su productividad percápita, sin embargo lo hacía generando un desequilibrio estructural enorme, raíz de los desequilibrios posteriores. Presentaba el país, la figura de un “macaco” atrapado por no querer soltar el fruto de la trampa (del colectivismo y del crédito), en este caso, el fruto estaba representado por los créditos, la sobrevaluación del peso, una balanza comercial deficitaria y un alto nivel de empleo subsidiado, todo ello a expensas del crédito público.

Representaba la llamada "economía mixta", en este orden de ideas, todo un gran espejismo; ya desde 1965, un año después del llamado "Plan de Acción Inmediata", la autosuficiencia alimentaria de básicos y el rezago en la infraestructura hidráulica, iniciaba el dramático descenso que se prolonga a nuestros días.

Creemos que a partir de 1970, se requería abandonar el modelo del "Desarrollo Estabilizador" y “modernizar” la economía, dar fin al colectivismo en el campo, patrimonializar al ejidatario, descentralizando su existencia; sustituir el ahorro externo por el ahorro interno, llevar adelante una reforma monetaria y fiscal, promover la economía de mercado en las regiones de subsistencia, permitiendo y promoviendo al ejidatario (derechoso), obtener de motu proprio la boleta predial, señalando; Restricciones, Vocación del recurso, valor catastral e impuesto predial,  la cual, se convierte en la base de los negocios, y el  motor del crecimiento self-sustained,  única fórmula para mejorar la inequitativa distribución del ingreso, dinamizando la economía y el empleo, estimulando la producción de excedentes y diversificación de cultivos, apostar al mercado de exportación en las manufacturas, descentralizar la producción de bienes y servicios del aparato político; pero, los compromisos con el exterior y las ideas dominantes sobre la realidad económica entonces, mantenían la continuación de la economía mixta a crédito con colectivismo ejidal y reparto agrario aun como fórmula retórica de la "justicia social"como la vía mesoamericana hacia el socialismo centralista, cuando la carga fiscal y las tarifas de la producción de bienes y servicios producidas por el Estado, no se aumentaron lo necesario, por distintos motivos de orden cultural y político, por lo que se mantuvieron prácticamente como en los ´60.

El virus del "marxilococo mesoamericanus rojo (rojete) rábano", con su ascendiente “jacobino”, seguía tergiversando la discusión de los grandes problemas nacionales, con ello su diagnóstico, solución correcta y oportuna; de ahí que, buena parte de la dependencia económica, financiera, tecnológica y de alimentos que hoy conocemos tiene su origen y desarrollo en esta época y en este orden de ideas.

Conviene aclarar que si bien la economía de mercado, en un ambiente de fuerte contrastes culturales y regionales como lo es México, puede no ser la panacea y  seguramente profundizar las desigualdades económicas (simple; unos crecen más que otros), sobre todo en ambientes culturales diferentes y contrastantes como los hay en México, incluso entre los propios medios ejidales; pese a ello, el mercado, puede representar al mismo tiempo, el paradigma, (modelo o ejemplo), que ha funcionado a lo largo del planeta y de la historia, para el combate natural a la marginación y la pobreza en poblaciones y comunidades, es útil decirlo, reconocerlo, observarle, no sólo en las zonas de clima templado húmedo, sino también en las de clima tropical húmedo como en el sudeste asiático, en forma significativa desde a mediados de los años ´70, cuando la industria petroquimica secundaria transnacional se instala como en Singapur, posterior a la muerte de Mao Tse Tung...

Entre los desajustes más relevantes del sistema económico, podemos señalar, por reveladores y de gran impacto a nivel mundial: la duplicación en las tasas de interés internacional en 1973, el promedio anual de la tasa Prime, pasó de 4.30% a 8.06%, ello generó diversas crisis de pagos en América Latina, la Reunión de Ginebra que puso fin a los acuerdos de Bretton Woods (acuerdos de entreguerra 1944), la incorporación en 1973 de la “serpiente monetaria europea” al sistema de flotación, políticamente contextualizado, por el avance de la unificación asiática y el desarrollo consecuente de la Cuenca del Pacífico, en el comercio internacional, provocó un ambiente muy tenso en las relaciones internacionales que podemos recordar con la muerte de Georges Pompidou, la caída de Salvador Allende en Chile, el inicio de la dictadura en Argentina, la explosión nuclear de la India, la Invasión de Chipre por los turcos y la guerra del golfo Pérsico por los precios del petróleo, y un buen número de cambios en los gabinetes de los países del Norte, nos recuerdan esos años; para México, sería el antecedente de la devaluación en 1976 y el establecimiento de una mínima banda de flotación, con la que tímidamente se entraba a un nuevo "sistema monetario de paridades flotantes", muy especulativo, que no terminó por corregir nada sino agravando las condiciones de dependencia y desarrollo desigual.

Para el común de los mexicanos de entonces, era desconcertante devaluar la moneda, en un momento en que todo el mundo decía que "éramos (potencialmente) ricos", con los “yacimientos petroleros más grandes del mundo”, léase Rudesindo Cantarel.

Con el aumento del financiamiento externo, que determinaron los precios de las materias primas y productos de exportación mexicanos, México pudo no endurecer el ajuste económico, sino hasta que se desplomaron los precios de las materias primas y productos de exportación, y con ello,  el crecimiento del PIB de más de 7.9% en 1981, a menos de 0.5% en 1982 y continuar la caída a menos de 5.3% en 1983. La tasa promedio anual de interés prime en 1981, llegó a ser de 15.53%, el coeficiente de endeudamiento como proporción del PIB pasó en tan sólo un año de 39.80% en 1981 a 65.39% en 1982, los préstamos y financiamientos representaron en ese año el 56.9% de los ingresos federales; por su parte el servicio de la deuda ya representaba más del 40% del gasto federal, en esas delicadas circunstancias el arribo del llamado “neoliberalismo” en los EEUU en 1979, en Gran Bretaña en 1980 y en 1983 en México con la "Reforma del Estado", fue más consecuencia, que causa de la crisis... Eso no le reconoce, de manera institucional, el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM...a través de sus voceros mas conspicuos.

Desde el punto de vista de la asignación de los recursos, en el caso de México se observa desde 1970, la caída en la productividad marginal de la población económicamente activa en relación al PIB, desaceleración que llega hasta 1987 (crack de la Bolsa de Valores Mexicana), en que tocó fondo, con el inicio de la “política de pactos”, por lo que la utilidad marginal del modelo, financiado con el ahorro externo, a partir de 1970, empezó a descender, como resultado de continuar la sobrevaluación de las posibilidades, tanto monetarias como del sistema “centralizador-autoritario”.

El incremento en la tasa de crecimiento del empleo, en los 10 años que van de 1970 a 1980, fue del 5.5%, el aumento en la capacidad adquisitiva del salario promedio el 10%, mientras que la tasa de crecimiento del producto, solo promedió 3.2%, con lo cual el crecimiento del salario es, en esta década, 3 veces arriba del crecimiento del producto interno bruto. La sobrevaluación de la capacidad adquisitiva del peso, se mantenía a base del crédito externo, soportado a partir de 1974, por las "reservas de oro negro", reflejando el cambio al sistema de paridades fijas y el abandono del patrón oro.

“El consumo es sólo el fin y único
objeto de toda la actividad económica”.

John Maynard Keynes

El Estado pudo impulsar durante más de 20 años (1962-1982) políticas de bienestar y de acelerada acumulación de capital, donde salió beneficiada la industria de la construcción, la educación y el sector salud, pues desafortunadamente, a pesar de todos los esfuerzos del Estado orientados en ese sentido, no se ha podido modificar hasta la fecha la inequitativa distribución del ingreso y al contrario, se ha agravado en el veinte por ciento de la población con menores ingresos, entre 1950 y 1992, que disponen de un porcentaje menor del ingreso generado al pasar de 5.6% en 1950 a 3.62 % en 1992, de conformidad con las encuestas de ingreso gasto del INEGI.

El discurso político impugnaba al sector privado el no tener recursos suficientes y obstaculizar las "políticas de pleno empleo" en voga, impidiendo asegurar el crecimiento, argumentando que era interés del gobierno de la Revolución cumplir con los ordenamientos de la Constitución y que era facultad del Estado impulsar el empleo y fomentar el crecimiento, en un esquema de economía mixta, de conformidad con el Art. 25 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, (además de esta letanía keynesiana), la obra pública en infraestructura ofrece las bases materiales necesarias para que se desarrolle la producción con todos los beneficios que ello conlleva... Como una enfermedad en donde crecen mas los huesos que la carne, algo así le pasaba a la economía nacional. La crítica al sector privado en esa época era fundamentalmente de “egoísta”, al no apoyar el mantenimiento de políticas de pleno empleo, que eso le tocaba al Estado, el cual se caracterizaba por ser buen empleador.

El multiplicador de inversión y la propensión marginal a consumir, que se derivan de las nociones Keynesianas de oferta y demanda agregadas, fueron los soportes teóricos entre 1962-1982, para que el Estado utilizará el crédito para inversión en "proyectos nuevos", obras públicas que en más de un 50% se convirtieron en el destino de los créditos, el resto fue para energéticos y electricidad, fundamentalmente, además de que se pudo estimular el consumo con el desarrollo de la obra pública y los beneficios sindicales de ese Capitalismo de Estado, pemex, cfe, salud, educación, banca de desarrollo, etc.  pués en este período el salario mínimo se elevó considerablemente, ya que pasó de $8.13 diario en 1960 a $140.69 en 1980 que en US dólares representa pasar de US 65 centavos a US 6.14 dólares diarios (en 1981 llegó a la cima con 7.49 USD/día) ; esto implica una tasa media anual de crecimiento del 10.0%, por su parte el PIB logró crecer de 1960 a 1980, a una tasa media anual de crecimiento de 6.8%, o sea que los salarios pudieron crecer en promedio, 47% arriba del crecimiento del Producto Interno Bruto y consolidar beneficios y prestaciones en contratos colectivos de los sindicatos y trabajadores de las empresas al servicio del Estado, como las aerolíneas (AEROMEXICO), las de telefonos (TELMEX), las carreteras (CAPUFE), los aeropuertos (ASA), Ferrocarriles, (FERRONALES), industria petrolera (PEMEX), eléctrica (CFE), y algunos Fondos de Desarrollo, fideicomisos y empresas agrícolas como Inmecafe y Tabamex, que a fines de los años ochenta se presentaron ya como anacrónicos, frente a la crisis que se vivía desde 1982. El candidato a la Presidencia, saldría de la Secretaría de Programación y Presupuesto (1979-1981), sin olvidar algo que la mayoría de las reseñas bibliográficas omiten, su experiencia de alrededor de 20 años, en la Subsecretaria de Hacienda y Crédito Público.

Si entre 1940 y 1960, el crecimiento del salario se rezagó 38% del crecimiento del PIB, por contra, entre 1960 y 1980, las políticas de bienestar impulsaron a que el salario creciera 47% por arriba del crecimiento medio anual del PIB, la mejora acumulada para los salarios para 1980 es del 85%. Ello fue posible por los créditos y por el incremento en los ingresos de exportación por los aumentos en los precios del petróleo, materias primas y productos de exportación, ya que la productividad marginal de la mano de obra empleada no lo justificaba, ésta situación, al subir las tasas de interés y caer los precios de las materias primas a partir del año de 1981, repercutió en la cuenta corriente y en la disminución del saldo de divisas en el Banco de México, por lo que se requirió de ajustar la paridad del tipo de cambio con el dólar, con lo cual se generó un fuerte ajuste de los salarios y el empleo en relación al crecimiento del PIB; el consumo doméstico tuvo un descenso considerable, así se adopta una paridad realista, de acuerdo con el nivel de productividad del país. A la distancia, ésta política monetaria de 1982-1988, de paridad realista o de  subvaluación, ha mostrado su validez, constituye el único lapso después de la segunda guerra mundial, salvo 1948 y 1949, en que ha sido positiva la cuenta comercial con el exterior, a pesar del ingreso de México al GATT en 1986.

El modelo económico entre 1962-1987, incrementó substancialmente el gasto del Estado, básicamente a partir del ahorro del exterior en lugar del ahorro interno, lo hizo por la vía del crédito. Coloquialmente se ha dicho por algunos observadores que en el "juego del cerillo", éste se prendió en 1962, con la ALPRO y el "desarrollo estabilizador" y se apagó en 1982, con la "crisis de caja", a la que se refiriera el secretario de hacienda en aquella época, Jesús Silva Herzog Flores,  al presentarse simultáneamente: la caída de precios de los productos de exportación mexicanos y la impresionante subida de las tasas de interés internacionales en 1982, por cierto las más altas de todo el siglo. En contra, la crisis de 1994, se presenta en opinión de algunos de los actores después de la devaluación de diciembre de ´94, de manera próxima al juego del “teléfono descompuesto”...

El problema que se presenta cuando se trata de dinamizar una economía estancada con recursos de crédito, es la selección de los proyectos: si estos destinan el crédito al consumo, con colectivismo ejidal,  se convierte en una deuda lastre de la cual es muy difícil salir; si los proyectos se destinan a salud, gratuidad de la educación, jardines y/o calles, se generará un aumento en el confort de la colectividad y economías de escala en su "modus operandi" y crecimiento temporal en el empleo, así como beneficios laterales en la industria de la construcción, lo cual será mientras duran las obras, sin embargo, al término, quizás haya crecido la demografía desproporcionadamente y existan mas consumidores y no exista necesariamente una corriente de producción local de bienes y servicios adicional, para ellos, ni para pagar la deuda, ni para conservación y mantenimiento, sobre todo, si no se ha recuperado la inversión con tarifas o derechos suficientes, en este caso es una deuda pasiva la cual no genera su propio reembolso, si el volumen de producción de bienes no aumentan, tiende a afectar el consumo dramáticamente, particularmente de aquellos que no pudieron capitalizar el auge, que en el caso de México fueron la mayoría, todavía en 1983, muy a pesar de las "10 millones de hectáreas habilitadas" por José López Portillo, según un estudio del CIDE, el 58% de los ejidos y comunidades del país son de subsistencia o de extrema pobreza, por lo que respecta a la pequeña propiedad es aún mayor, representando el 64%; en Mesoamérica estos promedios son aún mayores, el caso de Chiapas considerado extremo, ya que considera excedentarios apenas al 4 y al 2% de los ejidos comunidades y pequeños propietarios, respectivamente.

Si la deuda, es en moneda extranjera, la reducción en el consumo del producto nacional, requerirá exportarse para adquirir divisas y pagar la deuda. Lo anterior impulsa un crecimiento en algunos sectores de la población que pueden aprovechar la oportunidad, pero se generan desproporciones, inequidades y desigualdades, que están en la base de la concentración del ingreso, de las recesiones y de las depresiones. En contra, si la deuda se destina a inversiones autoliquidables, con tecnología de punta y de mercado expansivo, las cuales no solo aumentan el empleo transitoriamente, sino que además generan una corriente de producción local permanente de bienes-servicios, generando los recursos para su liquidación, entonces estamos frente a una deuda activa, que presenta menores peligros de desarticular el crecimiento del producto, con el comportamiento demográfico y el correspondiente consumo, así como generar problemas adicionales al tratar de corregir, por la vía de los subsidios, la inequitativa distribución del ingreso. Lamentablemente, eso se logra con la participación y apoyo al sector privado. Nunca hasta aquí, ha tenido buenos resultados la concentración del Estado del total del "riesgo de la inversión", la experiencia mexicana de los "organismos públicos descentralizados", incluyendo el régimen ejidal, le corrobora,

Una política industrial, que incentive la adopción de procesos nuevos, su adaptación a México y que permita competir en costos, siguiendo el esquema de las ventajas comparativas de los "tigres del Pacífico", para competir en el mercado exterior es una política de "sustitución de exportaciones", que, como la ha denominado Josué Sáenz, puede permitir guardar esperanzas de salir un día del gran bache industrial en que se encuentra México, en calidad de los “Jaguares Americanos”, aunque Edmundo Flores, decía en 1969, que si acaso serían "canis"...y agregaba, “Los europeos han podido frenar la tasa de natalidad, los chilenos y los argentinos han hecho un esfuerzo importante, pero los mexicanos (as)  nunca lo harán".

Para los que prestaron los dólares al principio, durante el período 1962-1973, en el contexto de la Alianza Para el Progreso (ALPRO), era condición "sine qua non", que el tipo de proyecto fuese compatible con la empresa norteamericana y que el plan de desarrollo, lograra tasa de crecimiento del 5% anual, esto es lo que en el argot financiero federal del país se dió en llamar "créditos atados", y que dicho sea de paso, casi todos los créditos a mediano y largo plazo, normalmente son atados.

A partir de la recesión, en los países desarrollados, importadores de petróleo, generada por el aumento en los precios de los energéticos de mediados de los años ´70, comenzó la flotación monetaria y a crecer la tasa de interés y la inflación, particularmente entre 1973-1975. La garantía de que hubiese petróleo en México, se convirtió en la prima condición y prácticamente la única, por lo que a partir de ese momento se “liberaron los créditos atados”, con lo que, se podían dirigir a donde lo considerara mas conveniente el deudor, de esta forma los odiados "créditos atados", ya no fueron la regla, ello permitió la permanencia de la sobrevaluación del peso por 6 años más, con la insuficiente banda de flotación de la administración del Presidente José López Portillo, ya que tanto la devaluación de 1976 y el deslizamiento subsecuente fue insuficiente, para revertir las tendencias de las cuentas con el exterior, que aumentaban peligrosamente su desequilibrio.

Los créditos, en todo caso, se capitalizaron en gran proporción por los constructores, con lo cual no era raro, para los recaudadores del Impuesto sobre la Renta, encontrarse con muchas "constructoras golondrinas" cuando eran buscadas en el domicilio oficial... No todo fue a obra pública estimuladora del empleo en esos años, como los caminos con "uso intensivo de mano de obra" que propuso mi maestro de Desarrollo Económico, Jesús Puente Leyva; ya que también se aumentó 7 veces, la producción de crudo, al pasar de 99.0 millones de barriles en 1960, a cerca de 709.0 millones de barriles en 1980, a ello favoreció que en los últimos cinco años de los ´70, en lo que se dio en llamar el "boom petrolero", la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) redujo la oferta mundial de esta materia prima, con lo cual los precios del petróleo alcanzaron "precios de escasez", llegando entonces de manera abrupta en aquella época a 35 USD el barril, cuando el costo de extracción pudo no representar ni el 10%.

Por su parte, el consumo de gasolina, crecía en México 4 veces, junto con 4.7 veces los vehículos de carga y pasaje, todavía en 1989, algunos auto-transportistas disponían de "bases especiales de tributación" cuyo creador fue Don Alfredo Acevedo Cataneo, DG de Causantes Menores SHCP, establecidas  para el pago de sus impuestos, lo anterior so pretexto del gran número de "iletrados", gente "sencilla" y que, en algunos casos, decía: "no poder llevar registros contables adecuados"...

La capacidad instalada de energía eléctrica permitía que la oferta total creciese 5.5 veces, 3.5 veces más que el crecimiento de la población en ese período, (60-80) la cual se pudo duplicar; este ritmo de crecimiento, no fue correspondido con tarifas suficientes, motivo por el cual, aquí como en los ferrocarriles, se requieren volúmenes importantes de subsidios al consumo y transferencias de recursos fiscales, como de créditos. Las inversiones eléctricas, para su viabilidad financiera, requieren ser desarrolladas en asentamientos con al menos 5,000 habitantes. En México casi el 100% de los más de 200,000 asentamientos, están electrificados, de acuerdo con los censos de población a partir de 1990; sin embargo, de acuerdos con los censos de construcción y vivienda nacional solo el 0,8% de los asentamientos,  superan los 5,000 habitantes.

Entre 1960 y 1980, la capacidad de almacenamiento de agua, medida en “metros cúbicos”, sufrió un gran rezago, quizás uno de los más serios, la desproporción respecto al crecimiento de otros sectores e incluso la propia población fué muy contrastante ya que creció solo 38%, lo que equivale a una tasa media anual de crecimiento de 1.6%, la menor de las tasas analizadas. Las limitantes pluviométricas para la obra de gran irrigación fue compensada con obra de pequeña irrigación, de temporal y las de rehabilitación, así en términos de “hectáreas beneficiadas” se pudo pasar de alrededor de 3 a 6 millones de hectáreas, que sin embargo, presenta un gran rezago frente al crecimiento demográfico y ganadero; vale la pena destacar que la superficie cultivable del país a finales de los años ´80 se estimaba en alrededor de 22 millones de hectáreas. El régimen de la administración de la riqueza, pudo "habilitar hasta 10 millones de hectáreas con 500 sucursales del Banrural",  que más tarde generaría  la quiebra de la aseguradora nacional agrícola y ganadera, ANAGSA.

Esta infraestructura, a diferencia de otras se encontró, hasta la creación de la Comisión Nacional del Agua, dispersa en muchas áreas administrativas, y no fue tan fácil ordenar paquetes de proyectos, como en otras funciones organizadas en una sola coordinación, como pudo ser el caso de las carreteras o los aeropuertos. Además, los EE.UU. poseedora al este, de la región templada húmeda más grande del planeta, produce excedentes en granos y alimentos y no presentaba el mismo interés en impulsar proyectos hidráulicos, frente a los que promovieron el despliegue de su industria, como los ligados a las comunicaciones, los transportes y la energía.

Por su parte, la producción percápita de los 4 granos básicos, desde 1965, como ya lo habíamos señalado, empezó a descender, nunca ha mostrado "resiliencia",  ello en sí, es un indicador de las contradicciones que se producían dentro del modelo de política económica autodenominado de "desarrollo estabilizador" con régimen colectivista subsidiado; ya que por un lado, el uso del crédito externo para obra pública incluyendo el turismo, violentó la sustitución de la fuerza laboral del campo, transfiriendo buena parte, la mas dinámica,  hacia el proceso de urbanización; después, al aumentar la demanda de mano de obra del sector de la construcción y servicios, determinó que los salarios mínimos y urbanos aumentaran. En el otro extremo de la cadena, la sobre-valuación del poder adquisitivo del peso, al mantener a la venta los dólares prestados a una paridad “barata”, como si fuesen generados por nuestra producción exportada, no permitía escalas amplias de producción de los productores nacionales, que competían en el mercado local con precios más bajos del exterior, con lo cual además, se dificulta la exportación. Hoy el país es dependiente no solo en aviones y locomotoras, sino también en alimentos, el sistema financiero evolucionó en los años 90, tornándose predominantemente extranjero

El impulso del crédito en el gasto, se reflejó a su vez en la demografía, como hemos apuntado, la población total se duplicó, la población urbana creció 150% y su participación en el total se modificó al pasar del 50% en 1960 al 63% en 1980. Las ciudades con mas de 100,000 habitantes pasaron de 17 a 64, habían crecido 276%, vivían en ellas, 22 millones de personas y habían dejado de ser comunidades económicamente sencillas o inmóviles, la ciudad de México, experimentó un crecimiento del doble en 1980, con 8 millones más de habitantes, el índice de urbanización, creció cerca del 80%, nada más en el sector turismo, se construyeron 350,000 habitaciones en 20 años.

El total de carreteras asfaltadas y autopistas pasó de 35,437 a 92,572 Kms, 161%, que representa una TMAC del 4.9%. lo anterior permitió el desarrollo de las ensambladoras que lograron que los autos que transitaran en número de 483,000 en 1960, pasaran a 4.3 millones en 1980, o sea 890%, que representa una TMAC del 11.5%, los camiones de carga 8.5%, carga y pasaje 8% y las motocicletas 14.1%. En la actualidad la industria automotriz se considera la segunda industria de exportación del país.

El Sistema Ferroviario Mexicano, logró ampliar la red en 2,100 Km., o sea creció un 9%, pero rehabilitó 9,600 Kmts. casi otro tanto de lo que había hecho en los últimos 40 años, con lo que su crecimiento fué del 98%. Lo anterior representó el soporte para "modernizar" la fuerza tractiva, ya que a partir de 1965, dejó de usarse el vapor, y se sustituyó por el diesel, el cual nada más en 15 años, pasó de 1.6 millones de H. P. a 3.7 millones de H.P., representando un crecimiento de 126%, que implica una Tasa Media Anual de Crecimiento (TMAC) del 5.8%. Sin embargo, el ingreso medio por Ton-Km, disminuyó de $0.11 en 1964 a $0.10 en 1965, manteniéndose así hasta 1975, en que aumentaron a $0.14., la política de subsidios indiscriminados en este servicio, como en otros, sólo era posible por el crédito externo, con la crisis de 1982-1987, se agravo su condición y se liquidaron en los años 90.

Para la modernización del ferrocarril, también se recibieron créditos del Eximbank, a tasas "muy bajas" de interés, con lo cual los EE.UU. dieron salida en principio a las empresas fabricantes de locomotoras diesel y posteriormente eléctricas, aunque compradas a crédito por México, pasaron en algunos casos algún tiempo paradas ya en territorio nacional antes de que se incorporaran a la operación, como sucedió en muchos casos... Desde el punto de vista operacional, las ton-km en estos años crecieron a una TMAC de 5.6%. Esta modernización tan acelerada en la infraestructura y equipamiento, no pudo repercutir a tarifas todos sus costos por lo que, desde entonces, se multiplicaron los subsidios corrientes, para inversión, para intereses, para amortizaciones, asunciones de pasivo, etc. que beneficiaron, particularmente al comercio exterior, aunque no exclusivamente. La ineficiencia del sistema ferroviario, llego a ser tan grande que los esfuerzos por modernizarlo, a pesar de los avances de la reforma administrativa de 1976-1982, se ve como lejano el día en que se terminen las transferencias a este sistema de transporte, cuya extensión y equipamiento se ha semiparalizado desde hace mucho tiempo, a pesar de representar más del 50% del valor de los activos del sector comunicaciones y transportes en l988.

El transporte marítimo en Obras Portuarias Exteriores, creció entre 1960-1980, a tasas superiores a las registradas entre 1940-1960, particularmente en: escolleras al 4.9% anual y en espigones al 5.4%; en Áreas de Tierra: en patios al 10.8% y cobertizos al 21.5%. Por su parte, en operaciones la carga creció al 9.7% anual y los pasajeros al 23%. En obras de atraque, en lo referente a puertos de altura, mantuvo casi el mismo ritmo de crecimiento que en el período precedente, por lo que respecta a los de cabotaje, redujeron la tasa media anual de crecimiento de 4.1% a 2.5%. A pesar de ello, la participación de este subsector en los activos del sector comunicaciones y transportes es de muy poca consideración, representado entre 1984-1994 no más del 2.6% de los activos de las empresas del sector Comunicaciones y Transportes.

Los astilleros mexicanos, no han podido capitalizar el mercado nacional, ya que  compiten con fabricantes, calidad y créditos del exterior, con un dólar barato, sin ningún tipo de estímulo.

El transporte aéreo en este período, reflejó también un crecimiento sustancial, la red federal de aeropuertos, creada en 1965, con 34 aeropuertos, se habían venido construyendo en los últimos 40 años para la tecnología de pistón, con el impulsó a partir de 1964, llegó a 1980 con alrededor de 50 aeropuertos, capacitados para recibir equipos turborreactores. En 1964, paralelamente con el Plan Nacional Carretero y CAPUFE, se creaba la Dirección General de Aeropuertos en la extinta SOP, para realizar el Plan Nacional Aeroportuario, cuya necesidad se planteaba porque los aeropuertos existentes no eran aptos para la nueva tecnología del turborreactor, que generó la industria norteamericana con la guerra y que lanzará al mercado mexicano a principios de la década de los ´60 con la llegada de los primeros DC-8 de Aeroméxico, que en buena medida explican el nacimiento y decadencia de la paraestatal, pues casi operaron 30 años, junto con el Capitán Victoria, que insistió siempre en mantenerlos operando, a pesar de su obsolescencia.

Si en 1959, se estatizó la empresa aérea AEROMEXICO en medio de un conflicto sindical, en 1968, se pudo mexicanizar la Compañía Mexicana de Aviación (CMA) en medio de un contexto de bonanza económica; para posteriormente, en 1982, en medio de la crisis financiera y de deuda que nunca había enfrentado la empresa CMA, creada en 1924, fué estatizada. Los motivos de la empresa fueron varios, ya que como Paraestatal se beneficiaba de un "dólar controlado", más barato para las paraestatales, así como “aficorcar”, cubrir su deuda en moneda extranjera; cuando se le eliminaban los subsidios de aterrizajes en aeropuertos nacionales y más tarde el de consumo de turbosina, operando en una atmósfera de desregulación de las aerolíneas, desde 1979.

Por otro lado, el sector aéreo se sobredimensiona no solo en la oferta del servicio, al aumentar los asientos y toneladas-km ofrecidos, o modificar en forma poco afortunada el diseño de algunos aeropuertos turísticos como el de Loreto en la Baja California, sino también de inversiones, como pudo ser el proyecto en 1979 de TURBORREACTORES para la reparación de 250 turbinas anuales en Querétaro, en el “boom” de la demanda en la segunda mitad de los años ‘70, fundamentalmente con recursos de crédito, desafortunadamente la demanda de transporte cambió sus tendencias, con lo que empezó a dejar de crecer y en muchas rutas a decrecer. TURBORREACTORES SA de CV,  consolidó su curva de aprendizaje al reparar 100 turbinas, 5 o 6 años después de haber arrancado el proyecto, en 1979, en lugar de 2 o 3 años como lo preveía el proyecto original.

La caída de los precios del petróleo y las materias primas, la subida de las tasas de interés y la caída de las expectativas de demanda del transporte aéreo nacional, afectaron profundamente a las empresas troncales C.M.A y AEROMEXICO, las cuales se orientaron desde siempre sobre la tecnología U.S.A. país de sus anteriores accionistas norteamericanos, o sea el "gran turismo", a pesar de que en 1980, en promedio, el 80% de los vuelos de las compañías aéreas nacionales, volando a 900 kmts/hora, no tienen, de acuerdo a información de ASA, una duración mayor de 2 horas en promedio .

Para la construcción de aeropuertos, su equipamiento así como para la compra de aviones, también se utilizaron créditos externos. La operación superavitaria de ASA, como la de CAPUFE es relativa en tanto que al transferir las instalaciones para su operación, “llave en mano”, no le transfieren a su contabilidad la Deuda Federal, por lo que los estados financieros y contables no reflejan cotidianamente la realidad del costo financiero de la carretera o del aeropuerto, sino que sus resultados están más próximos a lo que podría llamarse un flujo de caja. La venta del servicio de combustibles a los aviones en toda la red, le da una autonomía financiera envidiable.

En todo caso, el impulso que se dió al turismo por el Estado, particularmente desde 1970, con la creación de la Secretaría de Turismo y en 1974, con la creación de FONATUR, ayudó a que las operaciones aéreas crecieran al 8% anual, los pasajeros transportados al 12.5% y la carga aérea al 9% anual. Este sorprendente crecimiento no se ha reflejado en el desarrollo de la industria aeronáutica nacional, por lo que el transporte aéreo se considera un importador neto en la actualidad. Este desarrollo, recibió todo género de apoyos ya que funcionó con tarifas aéreas domésticas en alrededor de un yield  (pasajero-km)  de 3 centavos de dólar, consideradas "bajas", respectos al de  los 8 cts de dólar que se cobraba en la mayoría de los países sudamericanos y, sin poder aumentar la tarifa del exterior por arriba de 5 centavos de dólar, por la competencia internacional. En realidad, el subsidio a las tarifas domésticas no se justificaba, pues la demanda siempre representó a la población de mayores ingresos y contaba el país en esa década con un mercado interno, con una capacidad adquisitiva sobrecalentada en más de un 50%, al disponer de un crecimiento medio anual del salario mínimo, superior al crecimiento medio del producto interno bruto, así como una baja carga fiscal. 

El boom petrolero de 1978-80, permitió que la demanda de AEROMEXICO llegara a arrojar factores de ocupación de cabina en sus aviones de 72% y MEXICANA DE AVIACIÓN 69%, cuando el estándar deseable internacionalmente aceptado para proporcionar un buen servicio es de 65%, de esta forma AEROMEXICO, arrojará utilidades parciales en su operación los años de 1978,1979 y 1980, capitalizables en los años subsecuentes respectivos, muy a pesar de su deficiente organización, estructura de rutas, estructura financiera y de administración, sobretodo por el oneroso y ventajoso contrato colectivo de los tres sindicatos de la industria aérea, que ocupaban una parte substancial de los asientos, asesorados por abogados muy efectivos, como Luis Farell Cubillas, abogado laborista...

Las comunicaciones crecieron en infraestructura de oficinas de correos, a una TMAC del 1.3% en promedio anual, al pasar de 4,699 oficinas en 1960 a 6,044 en 1980. La red telegráfica nacional, pasó de 1,673 a 3,621 oficinas, registrando un crecimiento del 4%.

Desde el punto de vista operacional de las comunicaciones del país, la correspondencia creció al 0.6% anual, los mensajes del telégrafo al 3%, este comportamiento llama la atención, pues parecería que también se sobredimensiona la infraestructura de correo y telégrafo, además que, bien pudieron y pueden funcionar ambos servicios con áreas en comodato, en el mismo edificio, en algunas plazas y liberar un buen número de inmuebles. Por otro lado, el mayor crecimiento lo reportó el número de aparatos telefónicos, que pasó de medio millón a 5 millones, con una TMAC del 11.9%, solo comparable con la industria automotriz. Esta industria, registra un alto grado de integración nacional a nivel de ensamble, pero es dependiente en 80% de la tecnología del exterior, a pesar de ello, tiene una balanza de pagos en divisas superavitaria, pues sus proveedores se encuentran instalados en el país y les paga en pesos; por otro lado, el servicio de larga distancia lo cotiza en dólares si bien lo cobra en pesos; sin embargo, a pesar de los magníficos resultados financieros de la empresa, la calidad del servicio se degradó, particularmente después del sismo de 1985; en muchos casos, en donde las instalaciones son muy viejas y los empleados responsables de la conservación y el mantenimiento de las instalaciones, no realizan su trabajo, y se dedican a reparar teléfonos de manera casi-particular. Parecería que el sismo le tocó la puerta a la modernización de las comunicaciones vía satélite pués es justo después de 1985, en que se posicionaron los satélites Morelos I y Morelos II, con los cuales el subsector comunicaciones aumentó substancialmente su capacidad de transpondedores y con ello su capacidad de operación internacional, su participación en el producto interno, así como el rendimiento por peso invertido, a partir de ese momento (1986), el crecimiento del producto del sector comunicaciones, explicado en más del 95% por el servicio telefónico, se independiza del comportamiento relativo observado para el PIB nacional, así como del comportamiento relativo del sector transportes, adquiriendo la dinámica propia de un mercado en permanente expansión.

Por su parte, la producción agropecuaria nacional percápita entre 1960 y 1980 de productos como el ajonjolí, el algodón, el arroz, el café, el cocotero, el frijol, el henequen y la caña redujeron su nivel, sin embargo, el garbanzo, el jitomate, el maíz y el trigo crecieron, por lo que, en promedio se redujo 3% la producción de este grupo de productos. El café y el tabaco en los ‘70, presentaron sin embargo un sobredimencionamiento en la oferta, mucha de ella, sin especificaciones para el mercado, como el café cosechado en tierras abajo de los 500 metros sobre el nivel del mar, en otoño invierno, considerado de baja calidad o el tabaco obscuro, pero que, sin embargo, podían ser apoyados a través de las empresas públicas como BANRURAL, ANAGSA, TABAMEX y el INMECAFE, en detrimento de los resultados operacionales de las paraestatales.

El ganado mayor percápita, creció 8%, el ganado menor percápita, decreció 22%, por lo que, en promedio, decreció 7% la disponibilidad de carne por habitante censado. Esta situación lo explica, el hecho de la poca atención al ganado ovicaprino y el cuidado de la pureza de las distintas razas, pero fundamentalmente al hecho de que los altos costos de los alimentos, para el ganado nacional provocó una exportación en pie muy temprana, en promedio de 100 kg., para después importarlo engordado en promedio de 200 kg., pero a un precio mucho muy superior sobre todo entre 1978 y 1981. El problema más relevante, se ha señalado, es que el consumo animal compite en la tierra con el consumo humano, en la producción de forrajes versus los productos básicos. Aquí el fenómeno de la sobrevaluación monetaria, también ha afectado la producción nacional de insumos a buen precio y con ello la importación de productos, como la leche en polvo, ya que México es el importador más grande del mundo.

La producción percápita pesquera, creció 50%, entre 1960-1980, junto con el desarrollo del mercado interno, de ahí que el cumplimiento de las metas de consumo doméstico se cumplieron en más del 130%, en cambio, las de exportación en apenas un 41%.

El consumo nacional aparente percápita de 14 artículos agrícolas creció en promedio 156%, sin embargo, los que acusan el mayor crecimiento son el cártamo 598%, la soya 11900%, el sorgo y la uva 233%, que se utilizan para aceites, para alimentación económica, forraje para ganado y vino respectivamente, reflejando un viejo patrón alimentario donde predomina la ingestión de: grasa, harina, vino y productos cárnicos.

La productividad y la eficiencia del país en promedio, empezó a entrar en rendimientos decrecientes como ya se señaló a partir de 1970, ya que ni la generación del empleo, ni el crecimiento de la capacidad adquisitiva de los salarios mínimos, correspondían al crecimiento del producto, o sea al nivel de desarrollo real del país; además los salarios mínimos pasaron entre 1976 y 1982 de US 5.37 a 5.53 dólares diarios, alcanzando en 1981, 7.49 dólares, el mas alto de la historia reciente, reflejando el "boom de los precios del petróleo". Los sindicatos, negociaban la revisión de los contratos colectivos, atendiendo a los resultados favorables de las empresas paraestatales, aunque éstos fuesen parciales y a la "regla de oro": en los avances sindicales, ni un paso atrás.

El país, en estas condiciones, sufrió grandes transformaciones y desajustes, por la dinámica que imprimió el crédito externo en los resultados operacionales de las empresas y, en las relaciones de producción. El sobredimensionamiento fué uno de los fenómenos más acusados en más de un sentido, así el sector comunicaciones y transportes pasó en su participación en el producto interno nacional de 3.3% en 1960 a 3.3% en 1970 y a 7.5% en 1980.

Un aspecto fundamental en la crisis del financiamiento de la infraestructura, es que los ingresos públicos por Derechos, Productos y Aprovechamientos, al igual que las tarifas por el uso que la infraestructura sufrieron rezagos respecto a los costos sistemáticamente, por su parte la carga fiscal tampoco pudo mejorar su participación, incluso en 1978, ya no operó la Tasa de Utilidades Brutas Extraordinarias (TUBE), decretada en 1976, con motivo de la devaluación, por lo que, los déficit de la Tesorería se financiaron fundamentalmente con créditos, los cuales convertidos en subsidios, continuaban apoyando el desarrollo del mercado de capitales, así como de algunos sectores específicos como el del autotransporte, en medio de un desarrollo dependiente y subdesarrollado, con un consumo con alto contenido suntuario y de importación; todo ello con el mismo ánimo de principios de los años '60, de salvar la coyuntura representada por lo incipiente del mercado interno, así como las limitaciones que ofrecía a la planta productiva nacional la sobrevaluación del peso. Por su parte, los ingresos por servicios públicos en 1987, no representaron ni el 1% del total de los Ingresos Federales.

Este comportamiento, se pudo sostener hasta 1982, pero a partir de 1983, con la caída de los precios del petróleo, se desplomó la inversión directa extranjera, la cual entre 1977 y 1881, había crecido substancialmente. Por su parte, el déficit de los EE.UU. y las necesidades financieras del cambio tecnológico que se venían gestando a raíz de la crisis de los energéticos y de las materias primas, como la reconversión industrial y el desarrollo de los sistemas de computadoras personales que se vendían ya, como un artículo más de la sociedad industrial, con una sociedad de consumo equipada desde los años ´60 con las tarjetas de crédito, llevó el aumento en las tasas de interés nacionales, al alza en poco mas de 4 veces, para hacer pasar al Costo Porcentual Promedio de Captación (CPP) de 10% en 1970 a 46.12% en 1982, lo cual en países tan endeudados como México, genera una crisis de pagos nuevamente en 1982, como en 1973-1974.

Concluye así en 1982, un largo período de más de 20 años de "vacas gordas" a crédito, precios, empleos, demografía, tasas de interés y consumo subsidiados y se inicia otro de “vacas flacas”, caracterizado por una crisis de liquidez internacional e intereses externos altos.

Por todo lo anterior, se debe considerar que en los últimos 20 años, se sentaron las bases de la crisis estructural que presenta el país en los ´80, pués las desproporciones que se crearon al posibilitar a algunos sectores para crecer y capitalizarse vía el crédito público y la sobrevaluación monetaria, catalizan efectos no deseados como puede ser el explosivo crecimiento demográfico y una urbanización con tendencias concentradoras y contaminantes, manteniendo prácticamente inalterado las proporciones de concentración de la riqueza y agravando en el 20% de la población, con menores ingresos, la inequitativa distribución del ingreso que tenía el país, ya desde 1950, lo cual frente a la caída de los precios de los productos primarios por sobreoferta mundial, generada a crédito, y la elevación de los tipos de interés, provocan el inicio tardío del ajuste a la economía nacional, el cual debería de haberse iniciado, como ya se ha apuntado, por lo menos desde 1973-74, en el primer embate de la crisis de liquidez y el abandono de las paridades fijas como le sucedió a Chile y Argentina, que no contaron con el “beneficio” del aumento en los créditos externos, contra garantía de las reservas petroleras.

De la Reforma del Estado a Nuestros Días.
1983-1988. El Nacionalismo Revolucionario

La crisis que se le presenta a los países endeudados entre 1978 y 1983, está directamente relacionada con el aumento en la tasa de interés a nivel internacional, la tasa PRIME pasó de 7.59% a 10.42%, a 12.33%, a 15.33%, para descender en 1982, a 11.83% en promedio anual. Por ello, con la dinámica que iniciaron desde 1962, el endeudamiento público llegó a niveles difícilmente manejables, el coeficiente de endeudamiento como proporción del PIB en el caso de México, pasó de 39.80% en 1981, a 65.39% en 1982, ello como resultado de la reducción de las posiciones de largo plazo, que obligó a redocumentar y el aumento de las necesidades de créditos en el corto plazo, lo cual encareció substancialmente el servicio de la deuda, por lo que la nueva administración decidió llevar adelante un programa emergente de estabilización y cambio estructural que impactó a toda la administración pública, así en 1983, con el antecedente de escándalos de corrupción en los años ´70, como pudo ser el Watergate en los EEUU, o de enriquesimiento ilícito al amparo de la administración pública en México, fué reinstalada la función de la Contraloría General de la Federación suspendida desde 1933 y se empezaron a tomar medidas difíciles pero necesarias y que, por la dinámica que tomó la coyuntura de los precios del petróleo en 1986, llevaron hacia el año de 1987, a que se formulara el primer pacto tomándose la decisión definitiva de privatizar al sector Paraestatal “no prioritario”, aumentar la descentralización; ahora la administración pública, se retroalimenta con las lecciones de la economía de mercado, ya no nada más, con las influencias de las organizaciones militares y clericales...

Entre 1982 y 1987, la crisis y el ajuste determinaron que la participación de los salarios en el PIB nacional fuera del 25% y ya no del 40% como en 1981, así las cosas, la tasa media anual de decremento que registra el salario mínimo en dólares, es de menos 4.4%, y la tasa de crecimiento del PIB (a precios constantes) fué en promedio de apenas 0.8%, por lo que el rezago en el crecimiento del salario respecto al exiguo crecimiento del producto en este orden de ideas es del 85%, de ahí que la ventaja acumulada en el consumo desde 1963, por relación al crecimiento del producto se neutralizó en esos últimos 6 años.

La política cambiaria, por su parte, permitió a través de una ligera pero permanente subvaluación que hizo pasar el dólar de $26.23 en diciembre de 1981 a $2,295 en diciembre de 1988, un superávit acumulado en la balanza comercial superior a los 45,000 millones de dólares y en la cuenta corriente de más de 9000, este ajuste sin embargo, afectó más al consumo del gobierno que a la economía real, por lo que permitió recuperar el ritmo de crecimiento hacia 1988.

Desde el punto de vista de la relación salarios/precios, el rezago entre 1982 y 1988 es de 67%, ya que los salarios mínimos crecieron (a precios corrientes) 27 veces y el índice nacional de precios al consumidor lo hizo 83 veces, pese a este ajuste el déficit de Tesorería de la Federación mantuvo aún muchos subsidios indiscriminados al consumo. La contracción del consumo cuando se está tan fuertemente endeudado genera un mecanismo perverso, ya que el rezago en el consumo incrementa eventualmente el stock para la obligada exportación, reduciendo la cuota de consumo de la producción local, estimula a los exportadores para la obtención de divisas, para a su vez importar los insumos de una industria nacional dependiente en partes y refacciones, así como para pagar una deuda que en sí, considerando los proyectos a los que se destinó y los subsidios que se generaron, al no cobrar a los usuarios los costos, vía precios y tarifas elásticas, provocó que estos proyectos no generaran su propio reembolso, de conformidad con la Ley de Deuda 1974, por lo que se consideró como inevitable el ajuste al consumo en la llamada “década pérdida”.

En estas circunstancias, afloraron todos los males, inercias e ineficiencias del modelo económico estatista, por lo que se planteó la “Reforma del Estado”, vía un programa emergente de estabilización y cambio estructural, profundizando y continuando la reforma administrativa.

Se actúa en consecuencia, para compensar la caída de los ingresos petroleros, va a actualizar los derechos, productos y aprovechamientos federales, así como los precios y tarifas de las empresas del sector Paraestatal, ello se presentó como un mero paliativo para la contención del crecimiento de la deuda que llegó a su máximo histórico entre 1986-1987, este último año, es en el que se establece el primer pacto y el acuerdo histórico de proceder a la desincorporación de más de 1000 empresas Paraestatales, entre las que fué pionera AEROMEXICO en abril de 1988.

Para compensar la falta de divisas, la administración de la Madrid, va a estimular la planta nacional y la exportación con una paridad más realista y quizás ligeramente subvaluada, reduciendo y devolviendo impuestos a la exportación y controlando los salarios.

Para compensar el incremento en el servicio de la deuda, reduce el gasto corriente y el de inversión, e inicia el proceso de desincorporación de empresas Paraestatales con números rojos y negros, a fin de reducir gastos de personal en la contraparte del sector central; en todo caso cambia el modelo económico que había seguido desde 1946 hasta 1982, en que se llegó al clímax con la estatización de la banca nacional.

Sin duda, el aumento de la inflación de 100 a 160%, y la caída del producto sentaron las bases para que se presentara el punto crucial de la coyuntura política que conforma el aumento de convocatoria del Partido Acción Nacional (PAN) en la década de los ´80, así como la separación en 1985 del Partido Revolucionario Institucional (PRI), de la llamada Corriente Democrática del Partido Revolucionario Institucional y la consolidación en las elecciones de 1988, del llamado Frente Democrático Nacional, que temporalmente albergará a varios ex-priistas que habían tenido destacadas posiciones desde el Plan de Acción Inmediata de 1962, para formar junto con la retaguardia del Movimiento de Liberación Nacional de los años ´60 y los partidos llamados de izquierda como los ex del Partido Comunista, constituyéndose en el Partido de la Revolución Democrática. (PRD)

Efectivamente en el problema de la deuda todavía no está dada la última palabra, pués el nivel actual de ella, no es nada más resultado de la errónea "planeación" y de un paradigma de subsistencia genuinamente mesoamericano, con su autoritarismo y corrupción lateral, sino también, obedece a una estrategia de despliegue de la economía norteamericana, a través de la exportación del capital financiero y la subvaluación del dólar desde 1973, cuyos beneficios son entre otros: penetración en la economía centralmente planificada y el derrumbe de la URSS, redespliegue del capital tecnológico en la zona de América Latina, ampliación del capital comercial, control de los precios de las principales materias primas, monedas, artículos de colección, etcétera, así como de los correspondientes mercados, con los consecuentes beneficios en los costos en su planta industrial, ligada a la ensambladora primero, después a la maquiladora, por el sobredimensionamiento de la oferta del petróleo de México a crédito, generando beneficios en los EE.UU, por la correspondiente caída de precios y la sobreoferta del mercado, sin practicamente participar en el costo del capital de riesgo propiamente hablando, beneficio dado por la legislación mexicana (autogol). Estos elementos se encuentran aún en la actualidad en el tapete de la discusión y se orientan sobre la privatización de la petroquimica.

El déficit fiscal de los EE.UU, es de 250 mil millones de dólares en 1988, o sea, es igual a la suma de las deudas generadas en los últimos 28 años de México y Brasil; por lo anterior, se considera difícil que puedan bajar las tasas externas de los intereses; Estados Unidos, es uno de los países con el mayor déficit presupuestal del mundo, lo ha podido hacer a través del control del mercado de capitales, sin embargo, a partir de 1989, su predominio en este sentido termina al disminuir la tasa LIBOR por abajo de la tasa prime, encareciéndose esta última, reflejando el empuje financiero en las utilidades de una nueva vanguardia tecnológica y de procesos de producción proveniente de la Cuenca del Pacífico.

Entre 1980 y 1988, la inversión publica federal se ha venido cayendo, ya que de 12.5% del PIB que representó en 1980, para 1986 representa sólo 4.2%, el crecimiento de la obra es muy por abajo en términos generales que el 2.4% de la población, por lo que la industria de cemento se va a reorientar desde entonces hacia la exportación, pués los grupos exportadores, a partir de los años ‘80, sustituirán a los constructores en el manejo de los grandes negocios. Ello explica en buena parte el comportamiento del sector en estos años y los obstáculos de los EE.UU. al crecimiento mexicano, a pesar del T.L.C.

De esta suerte, las carreteras asfaltadas y autopistas, han crecido en igual período apenas al 2.5% anual en promedio, al pasar de alrededor de 67 mil kmts en 1960, a más de 81 mil kmts en 1988. Por su parte, la longitud total de vía de ferrocarril lo hizo apenas al 0.4% anual. La baratura de las tarifas del ferrocarril no pudieron compensar la competencia de los otros modos de transporte, por lo que los pas-km. crecieron a tan solo el 0.7% en promedio anual y las ton-km movidas por el ferrocarril, no solo no crecieron sino que incluso resultaron ligeramente inferiores, el transporte de pasajeros está practicamente desmantelado.

En obras portuarias exteriores, su impulso obedece a la expectativa de desarrollo hacia la cuenca del Pacífico, de esta forma la Coordinación de Puertos Industriales, permitió que la infraestructura marítima creciera en el siguiente orden de ideas: rompeolas 9.6%, escolleras 0.1%, espigones 6.7%, obras de atraque de altura 6.2%, de cabotaje 0%, patios 4.3%, cobertizos 0.7% y bodegas 1.6%; se incremento a 17 el número de puertos con cuatro "Puertos Industriales": Altamira, Lázaro Cárdenas, Dos Bocas y Ostión, los cuales se han considerado en algún momento "inversiones pasivas" y en algunos casos, cuando la gran derrama de dinero no se ha reflejado en mayor número de operaciones, se han considerado obras altamente inflacionarias, pudiendo caracterizar cierto sobredimencionamiento en base a la excesiva oferta de créditos externos.

En términos operativos, alrededor del 88% de las 12.6 millones de toneladas de carga marítima fueron manejadas en 1988, predominantemente por 5 de las 10 empresas de servicios portuarios de la Cuenca del Pacífico en el siguiente orden: 1) Itsmo de Tehuantec 26%, 2) Altamira 24%, 3) Lázaro Cárdenas 13%, 4) Manzanillo 13% y 5) Guaymas 12%. Desde el punto de vista de los contenedores sería el 95% de las operaciones: 1) Altamira 40%, (arrancó en 1986) 2) Lázaro Cárdenas 20%, 3) Itsmo de Tehuantepec 15%, 4) Manzanillo 13% y 5) Guaymas 8%.

Este movimiento por supuesto es uno de los movimientos de servicios de operaciones portuarias más grandes del siglo, sin embargo, ello no se refleja en el PIB nacional, por ser predominantemente emprersas extranjeras las que mueven la carga de altura, tampoco se refleja en los ingresos fiscales de exportación, en virtud de la necesaria reducción de aranceles y la excención del IVA en las exportaciones, desde el punto de vista de su participación en el volúmen de carga nacional es poco significativa.

La caída de los ingresos fiscales, derivados de la exportación a partir de 1982, es muy fuerte pués de representar el 14.2% en 1982, para 1983 es de tan solo el 3.7%, llegando a solo 0.02% en 1988, año en que como contrapartida el 59.0% del total de los ingresos del Gobierno Federal provenían de préstamos y financiamientos, lo cual permitió apoyar el llamado "aficorcamiento (cobertura) de la deuda privada" para ayudar a la industria nacional a paliar la crisis.

El transporte aéreo logró reducir parcialmente el rezago tarifario nacional y frenado el crecimiento postmoderno, sobredimensionado e ineficiente, por lo que a partir de la privatización de AEROMEXICO el déficit del subsector aéreo que mantenía la TESOFE, disminuyó substancialmente, con lo cual su operación le dejó de costar al contribuyente, solo a los usuarios, permitiendo el desarrollo de la aviación conocida como regional y alimentadora.

Por lo que respecta a Aeropuertos y Servicios Auxiliares, el 80% de la operaciones se realizan en el 50% de la red, el 82% de los pasajeros utilizan el 22% de la red y solo el 26% de los aeropuertos son superavitarios operativamente, si bien como hemos señalado, no en términos devengados al no tener el cargo de la deuda el operador (ASA), sino el constructor (Gobierno Federal). Aún así, los aeropuertos “superavitarios” operativamente, financian al resto de la red.

Los aeropuertos nacionales, acusaron en los ochenta una estabilización en sus pasajeros atendidos, recuperándose hasta 1991; aquellas plazas que lograron crecer fueron fundamentalmente las que reflejaban preferentemente intensas relaciones con el exterior: como pueden ser: el de Tijuana (fronterizo), el de Guadalajara y Monterrey (metropolitanos) el de Zacatecas (braceros), el corredor San Luis Potosi-Aguascalientes (automotriz de exportación) Minatitlán (zona petrolera) algunos aeropuertos turísticos de la zona de playa del pacífico, pero sobre todo del Caribe como Can Cún, hecho practicamente “por y para”, donde el 85% de los usuarios provienen de los EE.UU.

En el subsector de comunicaciones, las oficinas de correos crecieron a una tasa media anual del 0.06%, por su parte, la red telegráfica nacional viene decreciendo al 3.9% como las piezas de correspondencia de SEPOMEX, por estar en proceso de desmantelación, al sustituir el servicio tradicional alámbrico con inalámbrico y servicios computarizados vía satélite desde 1986. Por su parte, los teléfonos llegaron a ser 8.8 millones de aparatos, casi uno por cada mil habitantes; sin embargo, también ha resentido el servicio telefónico una desaceleración en su crecimiento medio, el cual pasó de 11.9% entre 1960 y 1980 a 7.1% en los últimos ocho años, que sin embargo, es aún muy alto contra el 0.8% de crecimiento medio anual del PIB, ya desde 1986, el subsector comunicaciones manifestaba un crecimiento mucho más dinámico que el del país y que el del sector con una tasa superior al 9%.

Por ello, el sector comunicaciones en términos generales resintió menos la caída del crecimiento del producto que el subsector transportes, excepción hecha del transporte marítimo, si los comparamos en 1986, el PIB nacional cayó 3.75%, el de transporte cayó 5.04%.y el de comunicaciones creció 9.5%. En conjunto el sector comunicaciones y transportes bajó su participación en la conformación del producto interno bruto, al pasar de 7.5% en 1980 a 6.3% en 1988.



Balance del sexenio 1982-1988

El sexenio de la administración de Miguel de la Madrid, dejó la economía en proceso de recuperación y a una tasa de crecimiento promedio, en los últimos dos años, del 1.5%, una tasa de inflación que se había reducido de 160% en 1987, la mayor de todo el siglo, a 51.7% en 1988, la participación de los salarios en el PIB se había ajustado de 38.9% entre 1978-81, a 25% entre 1982-1988, el salario mínimo en dólares constantes de 1981, había pasado de 7.49 a 2.45 dólares, un nivel próximo al alcanzado en 1977. El coeficiente de endeudamiento, en dólares constantes, como proporción del PIB, era de 75.58%, mayor que el 65.39% alcanzado en 1982, sin embargo, había iniciado ya su descenso frente al 90.51% alcanzado en la cima de 1986, la carga fiscal disminuía de 14.4% en promedio, al 14%. Los ingresos federales, provenientes de créditos en 1988, representaron cerca del 59% y el gasto de la deuda federal, representó casi el 63%, en promedio, entre 1983-1988. Pese a ello, puede representar una de las mejores administraciones de la segunda mitad del siglo XX, al arrojar un superávit significativo en sus cuentas con el exterior. Sin embargo, la inflación y la tasa de interés aún eran muy altas, la contracción de la economía, era contrastante con el ritmo de crecimiento de la población, por lo que, la siguiente administración, tendrá que profundizar el esfuerzo del ajuste; por su parte, la situación política se consideraba delicada, pués se sumaban al ajuste en el consumo y al desempleo creciente, los estragos del sismo, que aún estaban presentes en la Ciudad de México.

Sector comunicaciones y transportes (resumen)

Durante el período 1983-1987, el PIB nacional creció apenas 3.75%, el transporte lo hizo en 5.10% y las comunicaciones 21.24%. Los sectores que mostraron mayor dinamismo en los transportes fueron el aéreo (64%), el marítimo (185%) y los conexos de transporte (23%). Por su parte, en las comunicaciones los sectores más dinámicos en términos relativos fueron los teléfonos (21%) y otros servicios (40%). Los correos y los telégrafos decrecieron 7 y 9% respectivamente.

La estructura del PIB en 1988 es la siguiente:

Transportes: 80% carretero, conexos 9.3%, marítimo 4.2%, aéreo 3.3% y ferroviario 3.3%.

Comunicaciones: Teléfonos 90.5%, otros servicios 7.0, correos 1.7 y telégrafos 0.8%.

El total nacional de pasajeros en 1988, es de 1,794 millones, creció 25%, fundamentalmente por el crecimiento del sector carretero, que creció 27%, pués el transporte ferroviario y aéreo decrecieron 28 y 18%, que significan una caída de 7 y 4 millones respectivamente. Los pasajeros son atendidos en un 98% por el sector carretero, mientras que el ferroviario y el aéreo 1% cada uno.

El volúmen de carga nacional en 1988, es estimado en 369 mil millones de toneladas (mmt), atendido en 300 mmt por el sector carretero ((81.3%), ferroviario 56 mmt (15.2%) , marítimo 12.5 mmt (3.4%) y aéreo 37.9 mmt (0.1%).

La tendencia mostrada por los ferrocarriles tanto en carga como en pasajeros, muestra que existe un virtual desplazamiento de este medio de transporte en favor del automotor, pués mientras que el ferrocarril pasó de 25.5 miles de kmts en 1980, a 26.4 miles de kilómetros de vía en 1988, por lo que se considera que practicamente no ha aumentado su extensión; en cambio, las carreteras y autopistas pasaron en igual período de 66.9 miles de kmts a 81.4 miles de km2. Problemas de distinto orden como flexibilidad, eficiencia y confiabilidad contribuyen a estos resultados.

La fuerza laboral, en las empresas del sector pasó de 165 mil a 179 mil empleados, representando un incremento de 14 mil empleos que se debió fundamentalmente al Sector Comunicaciones que creció cerca de 17 mil empleados, el Aéreo 3.3 mil, el Marítimo 0.9 mil, el Carretero 0.2 mil, pues el Ferrocarrilero disminuyó en 7.6 mil empleados.

Las empresas del Sector arrojaron en 1988, a precios constantes de 1980, un resultado de operación (excluyendo gastos financieros y subsidios) de 4,528 MP de los cuales 10,181 MP corresponde al subsector comunicaciones, 1830 MP al carretero y al aéreo 1,613 MP, en cambio el Sector Ferroviario y el Marítimo arrojan pérdidas de 8,883 MP y 213 MP respectivamente.

Sin embargo, los resultados de operación antes de subsidios, que ya incluyen los gastos y/o productos financieros, muestran que las empresas del sector tuvieron resultados marcadamente negativos hasta 1987, mientras que para 1988, hubo un superávit real a precios de 1980 de 10,631 MP, superior al resultado de operación del sector (4528 MP) en 6103 MP, variación que se explica en mayor medida por el sector comunicaciones, que tuvo un incremento de sus productos financieros de 5,244 MP, el aéreo de 1685 MP y el marítimo de 84 MP, ya que el ferroviario y el carretero arrojan incremento en su déficit por gastos financieros de 718 y 193 MP respectivamente.

En Términos del total de subsidios de operación y transferencias para inversión o patrimonio entre 1983-1988 a precios de 1980, se transfirieron en total al sector comunicaciones y transportes 138,762 MP de los cuales para subsidios de operación fueron el 26.2%, y 73.8%, para transferencia de inversión o patrimonio. Por sector, para el Ferroviario, correspondió el 71.6%, para el Aéreo el 17.2%, para Comunicaciones 8.4%, para el Carretero 0.4% y para el Marítimo 0.4%. El total de transferencias y subsidios al sector disminuyó 54%, en 1988 (en términos reales) por relación a 1983, lo que reflejó el esfuerzo de saneamiento financiero hasta 1987 y que, junto con la influencia de la paridad, explican los resultados en 1988..

En relación al activo total de las empresas Paraestatales que estamos tratando, tuvo un comportamiento semejante al del activo fijo que representa el 84% del total del activo, en estos años creció casi un 70%, al pasar de 10,399 a 17,654.5 millones de dólares, lo cual refleja el crecimiento del sector comunicaciones a partir de 1987, pero fundamentalmente en 1988, en que casi se duplica el valor de su activo.

Entre 1983-1988, la participación de las empresas del sector en el activo se comportó de la siguiente manera:

Valor del activo total 1983 1988
Millones de Dólares 10,399 17,645 100.0% 100.0%
Subsector ferroviario 55.0% 44.5%
Subsector Comunicaciones 20.0% 34.7%
Subsector aéreo 13.0% 13.5%
Subsector carretero 2.0% 5.7%
Subsector marítimo 1.0% 1.6%

Este comportamiento refleja la impresionante dinámica del sector (TELMEX) comunicaciones, que casi duplicó su participación al pasar de 20 al 35% del activo total, explicando el 42% del crecimiento total del sector comunicaciones y transportes, más tarde se duplicará su participación..

1988-1994 El Liberalismo Social

Podemos decir que el Plan Nacional de Desarrollo de este sexenio fué la expresión más acabada del Sistema de Planeación Democrática iniciado en 1983, en realidad, el esfuerzo por transformar el modelo de desarrollo a raiz de la crisis, se había reforzado a partir de 1987, sin embargo, los ecos del desarrollo estabilizador, tocaban las puertas nuevamente en ese año en que, se había llegado a la tasa de inflación más alta, la mayor tasa de interés, el crack histórico de la Bolsa de Valores de México, el mayor nivel de endeudamiento del país, determinaban la marcha acelerada de la privatización y el abandono del modelo de financiamiento del desarrollo surgido en 1962 y mantenido hasta 1987, en base al endeudamiento público, mismo que se acabo de muerte natural y se enterró con la tesis del Estado Propietario versus el Estado Solidario. La propuesta de bajar los niveles de inflación era correcta, el problema lo representó la practicamente fijación del tipo de cambio, su sobrevaluación.

El discurso de la modernidad, permitió trascender las contradicciones entre el discurso político de la revolución y el aparato administrativo; entre la reforma política y reforma administrativa, pués ya, a finales del nacionalismo revolucionario en 1988, las contradicciones eran evidentes, encontrándose el discurso político en un verdadero laberinto.

A partir de entonces, la redocumentación de los pagos al exterior, corrió junto a una mayor estabilidad cambiaria y con un acento en la reducción de la tasa de inflación, para favorecer la reducción de las tasas de interés, que habían sido negativas para el ahorrador desde 1973, favoreciendo así, no solo la repatriación de capitales mexicanos, sino también, atraer inversión directa extranjera que impulsará el crecimiento y el empleo, frente al fenómeno de estancamiento con inflación y desempleo que se vivía.

Para este deseo (frustado por el hot money) se propugnó, desde el inicio de la administración de Salinas, por modificar la legislación en distintas materias como pudo ser: la agraria, pesquera, minera, de la banca nacionalizada, de las empresas Paraestatales, de inversiones extranjeras, educación, etcétera, para favorecer dicho proceso, superar muchos desequilibrios, obstáculos estructurales y cuellos de botella en el, ahora insuficiente, financiamiento por parte del Estado, pretención que fué satisfecha hasta 1991, con el relevo de la legislatura, pués la anterior aún mantenía el síndrome estatista y accedió al Congreso en medio de una sucesión muy reñida, quizás la más reñida desde hacía mucho tiempo. La caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la Unión Soviética, fueron dos elementos externos que definieron la coyuntura internacional y facilitaron dichos cambios fundamentales para el modelo mexicano.

El crédito de los US 3,500 millones del gobierno de los EE.UU. para apoyar la sucesión presidencial de 1988, se otorgó al igual que muchos que le precedieron desde 1974, contra la garantía del petróleo y fué destinado, entre otras cosas para cubrir el rezago por precios y tarifas y para ayudar a la estabilidad al tipo de cambio, así como garantía para obtener otros créditos y apoyar la redocumentación de algunos vencimientos próximos o negociar mejores tasas en el mercado de la “libor”, pués la tasa prime, empezaba su encarecimiento histórico justo en 1989, por lo tanto, fué destinado en alta proporción para apoyar el consumo en la transición política, en ese caso deberá considerársele como "deuda lastre", del mismo tipo de las deudas contraídas a principios del siglo XIX con los ingleses, contra garantía de los yacimientos mineros o de los ingresos de las aduanas en la segunda mitad del siglo XIX, o bien, como los créditos de ayuda en el “Tratado de Bucareli” para la transición del poder del Presidente Alvaro Obregón a la del General Plutarco Elías Calles. En 1995, con motivo de la crisis de diciembre de 1994, el apoyo del Gobierno norteamericano fué de 20,000 millones de dólares, estuvo ligado a un paquete de apoyo financiero superior a los 50,000 millones de dólares.

En realidad, el modelo que ofreció al país aquella administración, tenía componentes muy atractivos, inteligentes y realistas para la globalización, sin embargo, ancló su desarrollo a una banda de flotación de la moneda que resultó muy insuficiente y generó a lo largo del sexenio una sobrevaluación del peso que posibilitó un muy desfavorable resultado de las cuentas con el exterior ya que permitiendo un déficit en la cuenta comercial acumulado del sexenio a septiembre de 1994, cercano a los 54 mil millones de dólares y un déficit en cuenta corriente a diciembre superior a los 105 mil millones de dólares, resultado muy contrastante con la administración anterior de De la Madrid, que había obtenido un saldo comercial acumulado positivo superior a los 45 mil millones de dólares y en la cuenta corriente, superior a los 9 mil millones de dólares. De ahí, que la crisis que le toca sortear a la administración del Presidente Ernesto Zedillo tenga enfrente una economía real mucho más afectada que la que le tocó al Presidente Salinas, pués el ajuste del Presidente Miguel de la Madrid, lo dirigió en mayor medida hacia el Gobierno Federal, que a la economía real, de ahí la gran dificultad para recuperar el crecimiento en 1995, como lo pudo hacer la economía en 1984 y 1985, después de la crisis de 1982-1983, el resultado de las cuentas con el exterior fundamenta esta apreciación.

En todo caso, después de la primera etapa de desincorporación de varios centenares de entidades del sector público entre 1982-1988, abarcando empresas de dimenciones reducidas en su mayoría ubicadas en muy diversas actividades económicas, por ejemplo: minería, siderúrgica, alimentos y bebidas, textiles y de la confección, manufacturas metálicas, hoteles, comercio, etcétera, en el período 1988-1994, en lo que podemos llamar la segunda etapa se orientó más que a otra dirección la desincorporación, a asegurar el mantenimiento de la operación de algunos ramos prioritarios, como pudo ser las líneas aéreas, la banca, la telefonía, así como otras que ya habían cumplido sus objetivos y la permanencia de los mismos resultaba anacrónico, aquí pueden entrar muchas entidades del sector agropecuario y forestal y del sector comercio. En el período 1995-2000, se contempló desincorporar fundamentalmente aspectos ligados con el Sector Comunicaciones y transportes y el Energético como pueden ser: Ferrocarriles, carreteras, aeropuertos, puertos, telecomunicaciones y satélites, electricidad y petroquímica, cuyas modificaciones al marco regulatorio se han venido dando predominantemente a partir de 1992, con algunas resistencias como en el caso de la petroquímica secundaria.

La estrategia en la actual etapa de desincorporación, busca transformar estructuralmente a los sectores de bienes y servicios no comerciables internacionalmente, para que la productividad en ellos crezca con rapidéz, con apoyo del financiamiento privado y apoye la competitividad y el crecimiento del conjunto de la economía, al mismo tiempo que permite liberar recursos para el desendeudamiento de la Federación, así como, para atender con mayor suficiencia los aspectos del desarrollo social, que presentan mayor rezago frente a la explosión demográfica, como pueden ser los servicios de salud, educación, servicios públicos municipales e infraestructura hidráulica buscando un modelo de desarrollo autosustentable, que contemple los factores que inciden en la ecología.

La perspectiva.

Para finalizar, la crisis de 1929-1933, tardó 5 años en superar los niveles de crecimiento del producto observado hasta 1928, para lo cual contó con una disminución sustancial en las tasas de interés, la tasa prime en 1934, fué de tan solo 1.5%, en cambio, la crisis desencadenada a partir de 1982-1983, no ha podido superar en dólares constantes, el nivel del PIB obtenido en 1981, con 15 millones mas de habitantes, si bien para 1984-1985, ya no cayó más, al registrar crecimientos de 3.7% y 2.8% respectivamente, posteriormente cayó -3.8% en 1986 y entre 1987-1994 promedió un crecimiento el PIB de tan sólo 2.74%, para precipitarse -6.9% en 1995.

Recuperar el nivel de crecimiento ya no de 1981, sino de 1994, es algo que puede llevar varios años, pués en las actuales condiciones no se puede volver a acudir al financiamiento externo, propio de 1962-1987, ni a la excesiva sobrevaluación monetaria observada entre 1988-1994, para paliar la crisis e intentar así evitar así el costo del ajuste, sobre todo frente a los dramáticos efectos en la economía y en el nivel de empleo observados a lo largo de 1995, comparable en sus causas y en sus efectos con la decadencia española del siglo XVII, sin embargo, la recuperación vendrá al disminuir las tasas de interés y lo hará seguramente con mucho mayor brío y dinamismo que el observado en los últimos quince años, pués no solo el Estado lo ha llegado a comprender, sino también buena parte de la sociedad, dentro de la cual este H. Colegio, el cual hoy como ayer se apresta, no solo a generar conocimientos, sino también a su divulgación.

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